Infección tuberculosa: la quimioprofilaxis

La tuberculosis (TBC) continúa siendo un importante problema de salud pública en todo el mundo

  • Cada año ocurren alrededor de 8,5 millones de nuevos casos de tuberculosis en el mundo.
  • Durante el mismo período fallecen cerca de 2 millones de enfermos con esta infección (OMS).
  • Se estima que existen aproximadamente 1,7 billones de personas (un tercio de la humanidad) infectadas con Mycobacterium tuberculosis.
  • En la mayoría de las personas la infección por M. tuberculosis es inicialmente contenida por el sistema inmune y permanece en estado latente, pudiendo reactivarse con posterioridad, especialmente cuando se produce una disminución en la respuesta inmune celular.
  • En ese momento la persona con infección activa se convierte en una fuente de nuevas infecciones.

Entre el 5 y el 10% de los infectados desarrollarán una tuberculosis

  • Se estima que alrededor del 5 al 10% de las personas infectadas por M. tuberculosis desarrollarán una tuberculosis activa en 1 ó 2 años tras adquirir la infección.
  • Otro 5% presentarán la enfermedad en algún momento de su vida.

Objetivos de la profilaxis

  • El objetivo de la profilaxis primaria es prevenir la infección en los individuos expuestos al contagio.
  • El objetivo de la profilaxis secundaria es evitar el desarrollo de la enfermedad en los infectados.
  • La identificación y el tratamiento de la infección tuberculosa latente (ITL) disminuyen el riesgo de desarrollar la enfermedad activa y, por tanto, es de gran importancia a la hora de preservar tanto la salud individual como la pública.

Detección de la infección tuberculosa latenta (ILT)

  • Existen dos tipos de pruebas para la identificación de la ITL:
    • la prueba de la tuberculina o intradermorreacción a la tuberculina (PPD o prueba de Mantoux).
    • las técnicas in vitro de detección de interferón gamma.
  • Ambas evalúan la respuesta inmune mediada por células frente a antígenos de M. tuberculosis.
  • El papel de dichas pruebas es identificar a los individuos con un elevado riesgo de desarrollar enfermedad tuberculosa y que se beneficiarían de la profilaxis.

El riesgo de progresión de una ILT a una infección activa

  • Existen varios grupos de pacientes con mayor riesgo de infección o reactivación tuberculosa:
    • Las personas con riesgo aumentado de exposición: contacto estrecho reciente con personas con TBC activa, trabajadores de la salud.
    • Personas con mayor riesgo de infección tuberculosa: las personas nacidas en países con alta prevalencia, los vagabundos.
    • Las personas con riesgo aumentado de reactivación: pacientes infectados con VIH, portadores de insuficiencia renal crónica, diabetes mellitus, silicosis, sometidos a tratamiento inmunosupresor, portadores de cáncer especialmente hematológico, las personas desnutridas y gastrectomizadas.

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  • El riesgo de reactivación de una infección latente a lo largo de la vida fluctúa entre 5 y 10%
  • El riesgo varía dependiendo de la edad, del tamaño de la reacción de tuberculina y presencia o ausencia de condiciones médicas específicas.

¿Qué es la quimioprofilaxis?

  • El concepto de quimioprofilaxis se refiere a el uso de uno o más fármacos antituberculosos en pacientes con evidencias de infección latente (PPD (+)), para evitar la progresión a infección activa.
  • Siempre debe descartarse una infección activa antes de iniciar una quimioprofilaxis: para ello utilizaremos una radiografía de tórax, las búsquedas del bacilo de Koch en el esputo o baciloscopias y el cultivo para micobacterias según proceda.

¿Qué fármacos podemos utilizar?

  • Se ha utilizado varios fármacos anti-tuberculosos.
  • La Isoniazida: sigue siendo el tratamiento de elección y tiene una eficacia estimada de 60% (25 a 90%) para prevenir la aparición de TBC activa. Se utiliza en dosis de 300 mg/día o 900 mg 2 veces por semana, durante 6 meses (65% efectividad) a 12 meses (75% efectividad). Las principales toxicidades asociadas al uso de isoniazida son hepática (0,1% en promedio a 2,3% a partir de los 50 años de edad) y la neuropatía periférica (2%) que se previene con la administración de piridoxina.
  • La Rifampicina: Existe sólo un estudio, en pacientes con silicosis, en que se compara con isoniazida mostrando resultados similares. Se utiliza en dosis de 600 mg/día durante 4 meses. Las principales toxicidades son la hepatitis, reacciones de hipersensibilidad con desarrollo de rash cutáneo y trombocitopenia. Tiene también el riesgo potencial de interacción con otros fármacos.
  • La Rifampicina más la Pirazinamida: se ha demostrado su efectividad en pacientes co-infectados con VIH. Se utiliza rifampicina en dosis de 5 mg/kg/día (máximo 300 mg) más pirazinamida 15-20 mg/kg/día (máximo 2.000 mg) día durante 2 meses. Con respecto a la toxicidad se ha reportado hepatitis severa y elevación significativa de transaminasas. Con menor frecuencia se observan rash, trombocitopenia o artralgias.

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