La presbicia es un trastorno de la visión que hace que sea difícil la lectura o trabajar de cerca. Este fenómeno es debido al envejecimiento del ojo que se produce normalmente a partir de los 50 años (como pronto a los 40 años), y alcanza su máximo a los 60 años. Entre estos dos períodos de tiempo, la presbicia evoluciona rapidamente: de ahí la necesidad de cambiar los lentes con frecuencia. El cristalino se vuelve rígido con la edad impidiendo así que se acomode correctamente, es decir, que el cristalino no es capaz de modificar su radio de curvatura para hacer converger los rayos de luz sobre la mácula, centro óptico de la visión óptima a nivel de la retina. Cabe señalar que las personas miopes se vuelven desarrollan la presbicia más pronto y las hipermétropes más tarde.
Los síntomas de la presbicia son:
El diagnóstico de la presbicia es simple. El médico lo sospecha ante de la aparición de los síntomas citados en el caso de un individuo cuya visión anteriormente era normal o bien equilibrada por su corrección óptica. Se realiza una prueba de lectura de las letras a distancia y una consulta con el oftalmólogo para confirmar la presbicia, determinar su importancia y colocar el tratamiento adecuado.
La presbicia se trata mediante el uso de lentes correctores de tipo convergente, que permiten la corrección del trayecto de los rayos luminosos para una visión neta de cerca. Para ello pueden utilizarse gafas de media luna, bifocales o lentes progresivos para ver de lejos y de cerca, lo que evita tener que cambiar de gafas para la visión de lejos y de cerca. También existen lentillas que realizan la misma función que las gafas, pero su uso en la presbicia es más complicado que el de las correctoras. La cirugía no está todavía desarrollada para la presbicia.
La presbicia es una enfermedad asociada con la edad y no hay forma de evitarla.