La tiroiditis de Hashimoto es una enfermedad crónica de la tiroides. Fue la primera patología reconocida como enfermedad autoinmune y lleva el nombre del doctor japonés que la descubrió en 1912. Actualmente, alrededor del 20 % de las personas sufren de una enfermedad de la tiroides, cuando afecta al aumento del volumen de la glándula se trata de hipotiroidismo.
El síndrome de Hashimoto, mejor conocido como tiroiditis de Hashimoto, es una enfermedad autoinmune causada por la acción de los anticuerpos contra las células del propio cuerpo, en este caso, se trata de las células de la glándula tiroides. Esta enfermedad se manifiesta por la inflamación de la glándula tiroides, que produce un bulto en el cuello llamado bocio. La causa de la tiroiditis de Hashimoto es la presencia de anticuerpos en la sangre que atacan la enzima Yoduro peroxidasa, que se usa en la producción de hormonas tiroideas, y, en menor medida, también ataca a la tiroglobulina, sintetizada por la tiroides. Por lo tanto, la producción de estas hormonas se altera y provoca una disminución de las funciones que dependen de ellas, será un caso de hipotiroidismo.
Los síntomas de la tiroiditis de Hashimoto son los de hipotiroidismo, es decir, aparición de un bocio en el cuello, aumento de peso; hinchazón de la cara; aumento del tamaño de los dedos; piel seca debido a la disminución de la sudoración; estreñimiento; dolor muscular asociado a una desaceleración de la actividad; ritmo cardíaco lento; presión arterial baja; modificación del ciclo menstrual o amenorrea; uñas frágiles y quebradizas; estado general de cansancio; y síntomas depresivos.
El diagnóstico de la tiroiditis de Hashimoto se realiza a través de los análisis de sangre de las hormonas tiroideas, que son bajas, y la TSH, que resulta aumentada. El análisis de sangre también resalta los anticuerpos contra la tiroides, los anticuerpos anti TPO, que si son altos confirma el diagnóstico. Al mismo tiempo, una ecografía de la glándula tiroides puede detectar la presencia del bocio.
El tratamiento de la tiroiditis de Hashimoto comprende administrar, durante muchos años, a menudo durante toda la vida, las hormonas tiroideas, como la hormona T4, idénticas a las producidas por la glándula tiroides, a fin de compensar la insuficiencia producida por la glándula. Este tipo de tratamiento no actúa sobre el origen de la enfermedad, que como se ha dicho es inmune, pero permite mejorar la función de la glándula tiroides y que el paciente lleve una vida normal. El volumen del bocio también influye en el tratamiento, cuando no es muy evidente, se puede optar por un no-tratamiento, sino por un control sencillo y constante. Pero cuando la enfermedad de Hashimoto se diagnostica a tiempo, antes de que la tiroides se vuelva demasiado grande, la terapia farmacológica permite disminuir e incluso estabilizar el volumen de la tiroides. Naturalmente, la dosis terapéutica debe ser respetada a la letra.
El tratamiento se personaliza de acuerdo al paciente, las dosis sanguíneas de TSH, T4 y T3, y con base en la retroalimentación dada por ecografía de la tiroides. El médico adapta la dosis de acuerdo con la función del volumen de la tiroides, la evolución de los síntomas de los resultados del análisis sanguíneo y la ecografía.
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