Los caracteres sexuales secundarias son las particularidades físicas, por fuera de los órganos sexuales, que diferencian al hombre de la mujer. Aparecen desde la etapa embrionaria, pero se acaban de formar en el momento de la pubertad. En los hombres, los caracteres sexuales secundarios son la manzana de Adán, el vello facial y sobre el pecho y una voz profunda. En las mujeres, es una longitud de la pelvis pronunciada, un mejor crecimiento del cabello, una piel fina o el desarrollo de las mamas.