Los meniscos permiten hacer lo más estable posible la articulación de la rodilla. Distintos tipos de lesiones que varían según la actividad y la edad pueden afectar los meniscos y necesitar un tratamiento rápido, principalmente con el fin de proporcionar alivio al paciente, como también prevenir complicaciones con el transcurso de los años, protegiendo así la rodilla afectada. Las lesiones de los meniscos pueden producirse de manera repentina debido a un traumatismo por ejemplo o por un desgaste progresivo debido al envejecimiento. Provocan dolores de la rodilla acompañadas por edemas, crujidos, incluso limitaciones o bloqueo de ciertos movimientos.
El diagnóstico de las lesiones meniscales se efectúa haciendo un interrogatorio y un examen de rodilla seguido de exámenes radiológicos.
El médico interroga si el paciente sufrió un accidente, realizo un movimiento falso o tuvo heridas antes de la aparición de las manifestaciones, evalúa la intensidad y la localización de los dolores y la manera en la que son aliviadas (descanso, analgésicos), busca la presencia de una hinchazón o de un derramamiento de líquido en la rodilla y otras patologías reumatológicas asociadas.
El examen y la palpación de la rodilla acompañados por la realización de pruebas específicas de la rodilla permiten verificar las características de los dolores, la existencia de un derramamiento de líquido sinovial en la rodilla, la existencia de una limitación de los movimientos, así como de la posibilidad de afección de los ligamentos laterales o cruzados.
El examen de la rodilla se efectúa en varias posiciones: de pie, al caminar y acostado sobre la espalda y cada vez se compara con la otra rodilla. El examen en la posición de pie permite verificar la presencia de genu varum o de genu valgum. El examen de la rodilla al caminar permite verificar la presencia o la ausencia de un movimiento oscilante de la rodilla. La rodilla es también examinada en la posición acostada sobre la espalda con el fin de buscar un flexum correspondiente a un movimiento anormal de la rodilla en flexión, lo que se manifiesta con un dolor en la rodilla.
Los meniscos son examinados con la rodilla flexionada 90 grados con el pie en el suelo para provocar dolor sentido habitualmente.
Pruebas de laxitud y pruebas rotulares son también efectuadas. El diagnóstico de las lesiones meniscales debe luego ser confirmado por exámenes radiológicos como la radiografía de las rodillas, la IRM o el artroescáner.
Las radiografías de la rodilla, de frente, de perfil, con una inclinación de 30°, y femororrotuliana permiten descartar la ausencia de fracturas y otras lesiones, precisar el estado de los cartílagos y la presencia de lesiones degenerativas en las personas de más de 45 años de edad, así como la forma de los miembros inferiores en busca de un Genu varum, factor de agravación del desgaste de los meniscos.
El artroescáner, radiografía de la rodilla con inyección en la articulación de un producto radiopaco, permite confirmar la lesión meniscal, visualizar los contornos de los meniscos y detectar una rotura eventual.
La IRM es el examen más utilizado; habitualmente permite confirmar la afección de los meniscos y precisar la importancia y la localización. La IRM también permite examinar los cartílagos, los huesos y ligamentos cruzados con el fin de apreciar las lesiones asociadas.
Cuando la rodilla está hinchada y cuando existe un derramamiento sinovial, una punción intraarticular puede ser contemplada con el fin de extraer y analizar el líquido intraarticular. Esta intervención permite evacuar el líquido y aliviar al paciente.
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