Lo que se conoce como blushing o rubor facial patológico no es una enfermedad sino un problema que se puede resolver. Ponerse rojo le ocurre a todas las personas cuando sienten vergüenza o mucha ira, o por ciertas condiciones climáticas como cuando hace mucho calor. Es algo natural cuando la circulación de la sangre se hace más rápida y fluida.
Es una condición involuntaria que se presenta con el enrojecimiento de las mejillas ante situaciones de angustia, temor, pudor o fobia. El rubor facial se caracteriza por su aparición instantánea en mejillas, orejas, cuello y/o parte superior del tórax. Suele ir acompañado de una sensación de turbación, calor en la cara, hormigueo y en ocasiones bloqueo de la función mental.
Sin embargo, cuando esto ocurre muy fácilmente y sin previo aviso o estimulo, entonces representa un problema para la persona ya que puede afectar a su vida social, su ánimo para convivir o su seguridad o estima, sobre todo cuando el rubor facial está acompañado de otros síntomas como sudor excesivo, hormigueo en las manos, calor en el rostro, etc.
El rubor facial sucede cuando la piel de la cara y a veces también del cuello y el pecho se torna de color rojo y se asocia a una sensación de calor. El rubor sucede debido a que nuestra cara contiene muchos vasitos sanguíneos o capilares. En las paredes de estos vasos hay músculos que pueden hacer que el vaso se contraiga o se dilate. En general, los vasitos capilares en nuestra cara están contraídos, pero cuando se produce una contracción un poco más intensa, la cantidad de sangre que pasa debe aumentar su presión o velocidad sanguínea la cual haría que circulara por la cara más sangre y esta a su vez se tornara roja.
Las paredes de estos vasitos capilares están controladas por el llamado sistema nervioso autónomo (SNA): es una red de nervios que producen reacciones automáticas, es decir, que nosotros no controlamos de forma consciente. Los vasitos capilares se contraen ante ciertos estímulos como la temperatura del ambiente, comer cosas picantes, algunas enfermedades, estrés, cambios de temperatura y nuestras emociones. Hay quienes se ruborizan más fácilmente que otras personas y esto se debe a la sensibilidad del sistema nervioso autónomo.
En general, el rubor facial es una respuesta natural ante ciertas emociones que provocan ansiedad como la vergüenza, la culpa o el nerviosismo.
Otras causas son la menopausia (sofocos debidos a que no se están produciendo la cantidad suficiente de estrógenos), ciertos fármacos como el tamoxifen (fármaco que interfiere en la actividad de los estrógenos y que se utiliza en el tratamiento del cáncer de mama), el calor, los alimentos picantes, el ejercicio físico, las altas temperaturas o la fiebre alta. A veces, el enrojecimiento facial se debe a una enfermedad de la piel: por ejemplo, el acné rosácea que se produce por una dilatación permanente de los vasos sanguíneos de la piel en las mejillas y la nariz aunque también pueden verse afectados los ojos.
En estos casos el rubor facial es frecuente en personas que son muy ansiosas o tímidas en situaciones sociales. Suele tratarse de uno de los síntomas de la fobia social. Las personas con fobia social experimentan una ansiedad intensa y persistente en situaciones sociales, en las que pueden ser observados, juzgados y evaluados por los demás y temen ser criticados, humillados o ridiculizados. El rubor facial severo se conoce como eritema craneofacial idiopático.
El enrojecimiento en situaciones cotidianas hace que las personas se vuelvan tímidas, introvertidas, inseguras, con miedo al ridículo, pudorosas y extremadamente sensibles. Puede tener consecuencias psicológicas llegando, incluso, a conductas de evitación, fobia social y depresión. Esto puede impedir que las personas se puedan desenvolver de manera normal en su vida afectiva, laboral y social.
El tratamiento depende de la causa. Si se debe a una enfermedad o trastorno físico, como una enfermedad de la piel o a la menopausia, es necesario diagnosticar y tratar la causa subyacente correctamente. Los adolescentes suelen superar este rubor facial con el tiempo, cuando se debe a ansiedad, nerviosismo o a la actividad hormonal.
Cuando el rubor facial está causado por una fobia social, el tratamiento más adecuado es la psicoterapia. El psicólogo enseñará a estas personas a cambiar el modo de pensar y comportarse en situaciones sociales, modificar sus emociones, aprender técnicas de relajación para contrarrestar la ansiedad, afrontar los miedos sociales, etc.
Las flores de Bach son un tipo de terapia alternativa que se utiliza para equilibrar a una persona a nivel emocional y pueden ayudar a superar la ansiedad, el miedo a ruborizarse o la timidez.
Antes de recurrir a la cirugía el paciente se debe someter a una evaluación psiquiátrica para descartar otras posibilidades diagnósticas o terapéuticas.
En casos severos puede realizarse una intervención quirúrgica que consiste en cortar algunos de los nervios que controlan el diámetro de los vasos sanguíneos. Este tipo de operación puede utilizarse también en casos de sudoración excesiva de la cabeza, manos y axilas. La tasa de curación es del 90%. No obstante, puede tener complicaciones, como hemorragias, infección, caída de los párpados debido a daño en los nervios, o sudoración compensatoria (en los casos en los que la intervención se produce para eliminar el exceso de sudor, puede producirse una sudoración excesiva en otras partes del cuerpo, como el pecho o las piernas).
La Simpatectomía Videotoracoscópica -en ganglio T2 del sistema simpático- es el nombre con el que se conoce la intervención quirúrgica que puede proporcionar una solución definitiva a quienes padecen de este mal facial patológico. El procedimiento se hace en ambos lados y tiene una duración de aproximadamente 45 minutos con un 95% de éxito.