La fatiga crónica puede ser debida a una enfermedad del cuerpo, pero a veces la fatiga es de origen mental, en particular en el contexto de una depresión.
No está claro si la fatiga crónica es uno de los factores responsables de la depresión o si es una consecuencia. El descanso no aporta mejoría y el cansancio siempre está presente.
En este contexto, la fatiga crónica se manifiesta por:
Paralelamente encontramos asociasas las señales típicas de depresión como tristeza, pérdida del deseo y el interés, la depreciación, el pesimismo, alteraciones del comportamiento y a veces ansiedad asociada.
Una entrevista permite diagnosticar la depresión y su intensidad. Un interrogatorio preciso utilizando el llamado test de Hamilton permite, en algunos casos, evaluar los síntomas depresivos, así como poder confirmar una fatiga de origen depresivo. Pero la fatiga crónica puede estar asociada con muchas enfermedades por lo que alguna investigaciones pueden ser necesarias en caso de duda, especialmente si la depresión no es típica. La fatiga crónica en un cuadro de depresión es un diagnóstico de exclusión.
Cuando la fatiga crónica en la depresión se asocia con dolores, el tratamiento se basa en parte en los analgésicos. Pueden ser necearios antidepresivos y estabilizadores del estado de ánimo (reguladores del estado de ánimo), pastillas para dormir, relajantes musculares o tranquilizantes para ayudar a la persona deprimida a recuperar la energía, la vitalidad y la calidad del sueño. Mientras tanto, la TCC (terapia cognitiva conductual) proporciona buenos resultados. Por último, un estímulo para una reanudación progresiva de las actividades contribuye a mejorar la condición de los pacientes.