La pica es un trastorno de la ingestión y de la conducta alimentaria. Esta enfermedad se caracteriza porque existe un deseo irresistible de comer o lamer sustancias no nutritivas y poco usuales como tierra, tiza, yeso, virutas de la pintura, bicarbonato de soda, almidón, pegamento, moho, cenizas de cigarrillo, papel o cualquier otra cosa que no tiene, en apariencia, ningún valor alimenticio.
La pica afecta sobre todo a niños normales y desnutridos, mujeres embarazadas, personas con discapacidad mental, niños autistas, personas que padecen trastornos del desarrollo, enfermos mentales y otros grupos. También puede aparecer por antecedentes familiares del desorden o por disturbios psicológicos originados en una infancia en un hogar muy pobre y con una carencia grande de afecto y en contadas ocasiones en personas bulímicas y anoréxicas.
También es frecuente en mujeres embarazadas y se caracteriza por la aparición de antojos que consisten en la ingestión compulsiva de cosas no comestibles como el polvo, la tiza el yeso... que ingieren para suplir las carencias de calcio durante su embarazo.
Las causas de la pica son desconocidas. Estudios epidemiológicos y clínicos relacionan la pica con falta de hierro y zinc fundamentalmente, además de la necesidad de algunos nutrientes deficitarios. La pica, al igual que la falta del hierro, se ha descrito en embarazadas, niños y personas con pérdidas sanguíneas digestivas.
Existen pocos estudios sobre las complicaciones de la pica. Las complicaciones quirúrgicas más importantes son las abdominales. El 75 % de los pacientes de pica necesitan cirugía, el 30 % sufre complicaciones y hasta el 11 % fallece a consecuencia de la pica u otras complicaciones postoperatorias. Lo más frecuente es la obstrucción intestinal, por sustancias indigeribles que quedan aisladas en cavidades digestivas.
Es imprescindible la acción de un equipo profesional que estudie y tenga en cuenta factores biológicos, psicológicos y sociales. Los expertos en psicofarmacología afirman que no hay ningún fármaco concreto que elimine este síndrome. Incluso ellos no aconsejan ninguno pero, en caso de elegir, escogen los inhibidores de la recaptación de serotonina.
El análisis funcional de la conducta, en niños y retrasados mentales, puede ser clave para el tratamiento psicológico. El 20-30 % de discapacitados intelectuales de instituciones, tienen un trastorno psiquiátrico asociado. Las familias de los afectados deben ser informadas sobre el trastorno y sus consecuencias. Observación de la conducta, vigilancia, prevención, son pasos fundamentales y en ocasiones los únicos con discapacitados intelectuales, para obtener un buen tratamiento. Si se demuestra una carencia de micronutrientes hay que tratarla inmediatamente, así como la causa que la pueda producir.
En resumen, los tratamientos más comunes son: