Niños adoptados: cómo ayudar a los padres

Los niños adoptados suelen haber pasado por situaciones difíciles que la mayoría de sus nuevos padres desconocen. Por esta razón los niños llegan con carencias físicas y afectivas importantes. A veces los padres de niños adoptados se sienten desorientados, culpables, y superados por reacciones y conductas de los niños que que les cuesta entender. A menudo es aconsejable recurrir a un psicólogo para que les ayude.

Conocer al máximo la historia del niño

Cuanto mejor conozcamos la historia del niño, mejor sabremos a qué nos estamos enfrentando. Siempre que sea posible conocer sus antecedentes familiares y su estado de salud. Un niño cuya madre, por ejemplo, fumó, bebió o se drogó durante el embarazo presentará más problemas de adaptación y para relacionarse con los demás. Además, si hemos tenido la oportunidad de ver el entorno donde vivía, e incluso de tratar a las personas que lo cuidaban, más preparados estaremos para las siguientes fases.

Ponerse en su piel

Los nuevos padres deben ser conscientes de que no se trata del hijo biológico que no han podido tener, sino de un niño diferente, con una historia previa. En casi todos los casos o en todos estos niños han sufrido pérdidas y carencias, y necesitan tiempo para poder asimilar los cambios. El primer año y la adolescencia son etapas fundamentales en su adaptación.

Mucha calma y sosiego

La llegada al nuevo hogar deber ser lo más tranquila posible. Para el niño todo es nuevo, y hay que entender su desconcierto y protegerle. Su habitación debe estar cerca de la de sus padres. Si las fiestas de bienvenida son inevitables, hay que procurar al menos que no vaya de mano en mano. Tampoco es conveniente abrumarle de regalos, porque están acostumbrados a poseer lo mínimo.

Si es un niño extranjero aprender algunas palabras en su idioma

La comunicación no suele ser un problema, ya que la mayoría de los niños aprende muy rápido su nueva lengua pero, si es algo mayor, no está de más conocer algunas palabras básicas de su idioma de origen, como agua, pan, sueño o lavabo. También es muy importante fijarse en la comunicación no verbal: sus miradas, sus lloros, sus expresiones... Sus conductas siempre tienen un significado, e intentar descifrarlo será de gran ayuda.

No hay prisa para asistir al colegio

Los niños adoptados suelen proceder de orfanatos, por lo que están muy socializados, y ya saben lo que es convivir con otros niños. No les cuesta ir al colegio o la guardería, pero algunos se asustan pensando que los están abandonando de nuevo. A su llegada, necesitan sobre todo mucha casa y mucha familia: cuanta más, mejor.

Ayuda y compresión del entorno

El entorno familiar (abuelos, tíos, sobrinos, otros hijos) debe estar preparado para la llegada del hijo adoptado. A los niños les pueden ayudar los cuentos que tratan el tema. Y los mayores tienen que tratar al pequeño como uno más de la familia, sin distinción alguna, y sin hacer comentarios inoportunos sobre su origen.

Las regresiones son frecuentes

Es absolutamente normal que, trascurrido un cierto tiempo, los niños adoptados se hagan los pequeños: se vuelven a hacer pipí encima, quieren dormir con los padres, dejan de comer con los cubiertos, o reclaman brazos todo el tiempo. Se han saltado esa etapa de su vida y necesitan llenarla para crecer con solidez. Paciencia. Si son agresivos, desobedientes o caprichosos, hay que poner límites, pero siempre con palabras.

Mucha piel con piel

Son fundamentales los arrumacos, achuchones, besos, caricias, abrazos. Sin forzar, pero sin escatimar todas las muestras de cariño y amor que tanta falta les hacen. También es la mejor manera de construir las identificaciones profundas que unirán al niño con las personas que le quieren y cuidan, más allá de las diferencias étnicas.

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