Una bronquitis es una inflamación de los bronquios, los conductos respiratorios que llevan oxígeno a los pulmones. Esta inflamación provoca que los bronquios disminuyan su calibre y que aparezca dificultad para respirar, tos con mucosidad, jadeo y opresión en el pecho. Existen dos tipos de bronquitis: aguda y crónica.
La bronquitis aguda casi siempre sigue a un resfriado o a una infección seudogripal. La gran mayoría de las bronquitis agudas son de origen viral. Al principio afecta a la nariz, los senos paranasales y la garganta y luego baja a a los bronquios. En ocasiones puede aparecer después una sobreinfección por bacterias.
Los síntomas de la bronquitis aguda son, entre otros:
Es muy frecuente que, una vez resuelta la bronquitis aguda, quede una tos seca y molesta que se puede prolongar de 1 a 4 semanas, a veces incluso hasta uno o dos meses. Los síntomas generalmente desaparecen en un período de 7 a 10 días si no tiene un trastorno pulmonar de base.
En ocasiones puede ser difícil saber si sólo se trata de una bronquitis o si se ha complicado con una neumonía. Cuando aparece una neumonía la fiebre suele ser más alta y se acompaña de escalofríos, mayor sensación de dificultad para respirar y más sensación de enfermedad. En la auscultación respiratoria con un estetoscopio suelen escuchar ruidos respiratorios broncos y anormales. En caso de sospecha de neumonía el médico solicitará una radiografía de tórax para confirmar el diagnóstico.
La mayoría de las personas no necesitan antibióticos para la bronquitis aguda. La infección casi siempre desaparece por sí sola al cabo de una semana. Es recomendable consumir mucho líquido (agua de preferencia), no fumar, hacer reposo relativo, lavarse las manos (y lavarles las manos a los niños) con frecuencia para evitar propagar virus y otras infecciones, tomar algún mucolítico para ayudarlo a expectorar, utilizar un humidificador o vapor en el baño y tomar aspirina o paracetamol si aparece fiebre. En caso de que se trate de un paciente con asma u otra afección pulmonar crónica es aconsejable utilizar un inhalador con broncodilatador. Cuando existe una sospecha razonable de que las bacterias hayan sobreinfectado las vías respiratorias el médico puede recetar antibióticos.