La actividad física es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), "todo movimiento corporal producido por los músculos esqueléticos que origina un gasto de energía mayor al que se produce en reposo".
Según una encuesta realizada en 2005, solo el 45,7 % de los interrogados habían realizado, en la semana anterior, una actividad física a un nivel que produjese beneficios para la salud.
El Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica (INSERM) de Francia dio a conocer en marzo de 2008 un documento en el que explica no solo los beneficios que supone para la salud hacer ejercicio físico de manera regular, sino también los riesgos que puede provocar en algunas ocasiones.
La actividad física produce beneficios para la salud en adultos de entre 18 y 65 años de edad.
Hace referencia a una actividad de intensidad moderada con movimiento constante que dura al menos 30 minutos y se practica cinco días a la semana.
Aunque la actividad física también se define como toda actividad de intensidad elevada que dura al menos veinte minutos y se practica tres veces por semana, como por ejemplo el footing.
Es necesario saber que actividad física y actividad deportiva son dos cosas diferentes. Según la OMS, la actividad deportiva es "toda actividad física, especializadas y organizada". Según el INSERM, la actividad física es toda actividad en casa, en el trabajo, en los medios de transporte o en los ratos libres.
En cuanto a los beneficios físicos, realizar alguna actividad física ayuda al acondicionamiento muscular que consiste en desarrollar y mantener una cantidad adecuada de masa muscular mediante la realización de varios ejercicios. Además, la actividad física previene la pérdida de masa muscular debido al envejecimiento, así como la aparición de enfermedades metabólicas. También mejora las defensas antioxidantes.
Practicar alguna actividad física disminuye la mortalidad, protege contra las lesiones cerebrales y contribuye a reducir la ansiedad (cuando se realiza de forma moderada).
La actividad física estimula la formación del tejido óseo (o capital óseo ) que se produce entre los 10 y 18 años.
Hacer ejercicio ayuda también a mantener el capital óseo una vez que se ha alcanzado la cantidad máxima de masa ósea, aproximadamente entre los 20 y 25 años, especialmente en la mujer.
Asimismo, previene la disminución de las funciones inmunitarias y el envejecimiento fisiológico, además de contribuir al buen funcionamiento del cerebro, al fortaleciemiento de la unidad neurovascular y la resistencia a la enfermedad de Alzheimer.
La práctica de una actividad física procura algunos beneficios fisiológicos. Así, contribuye al equilibrio de la salud mental al prevenir y disminuir el grado de depresión. Y no solo esto, sino que también beneficia a los adolescentes autistas.
La actividad física influye en general sobre el bienestar, que resulta de la suma de 4 elementos: el bienestar emocional (ansiedad, estrés, energía y vigor), la percepción de sí mismo (autoestima), el bienestar físico (estado de salud y dolor) y el bienestar percibido (calidad de vida).
Cuando se realiza ejercicio físico, se percibe una mejora evidente de la autoestima en personas entre 55 y 75 años de edad así como un bienestar general en adolescentes en plena pubertad.
En resumen, la calidad de vida y el nivel de satisfacción que sienten las personas en sus actividades diarias también mejoran significativamente, como lo muestra un estudio realizado por el (INSERM) en personas de entre 18 y 64 años de edad.
Por otra parte, la práctica de una actividad deportiva intensa puede provocar diferentes problemas y traumatismos. Se corren algunos riesgos al hacer ejercicio físico como por ejemplo la posibilidad de sufrir lesiones graves, traumatismos craneales, fracturas, luxaciones de las extremidades, lesiones crónicas o agotamiento, tendinitis, osteocondritis en los niños en crecimiento, traumatismos osteoarticulares y trastornos del ciclo menstrual en la mujer (retraso de la pubertad, insuficiencia lútea, ciclos anovulatorios).
Sin embargo, el exceso de ejercicio puede provocar estrés, sobre todo en personas con tendencia a sufrir ansiedad, frágiles, de débil condición física o personas mayores. También puede desencadenar en adicción al ejercicio físico si las actividades se realizan de manera obsesiva.
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