Los síntomas de una úlcera gástrica pueden ser más o menos intensos y varían de una persona a otra.
El Helicobacter pylori, una bacteria presente en el estómago, es la responsable de siete de cada diez úlceras gástricas.
El Helicobacter pylori (H. pylori) también causa nueve de cada diez úlceras duodenales.
Se puede detectar una úlcera mediante una fibroscopia gástrica.
Normalmente, no es necesario operar una úlcera gástrica a menos que la úlcera provoque una perforación del estómago, una hemorragia persistente o una estenosis del píloro.
También deberá operarse si la úlcera gástrica es resistente a un tratamiento médico o cuando la úlcera reincide rápidamente después de dejar el tratamiento.
La mayoría de las intervenciones quirúrgicas empleadas para eliminar una úlcera de estómago son gastrectomías.
La gastrectomía consiste en extraer una parte del estómago.
Las úlceras duodenales no suelen operarse, pero es necesario hacerlo si la úlcera duodenal no mejora con un tratamiento médico o el tratamiento médico no se ha realizado adecuadamente.
Asimismo, una úlcera duodenal debe operarse si aparecen complicaciones como la estenosis, la hemorragia o la perforación.
La intervención quirúrgica empleada para eliminar una úlcera duodenal es la vagotomía con piloroplastía.
Mientras que la vagotomía consiste en la amputación (corte) del nervio neumogástrico responsable de la secreción ácida gástrica, la piloroplastía ensancha el píloro.
En primer lugar, es indispensable dejar de fumar y beber alcohol o disminuir el consumo.
Del mismo modo, hay que tener cuidado con los medicamentos tóxicos para el estómago como la aspirina y los fármacos antiinflamatorios no esteroideos.