La enfermedad de Parkinson es considerada una patología crónica neurodegenerativa, que afecta al sistema nervioso central y evoluciona lentamente. Aparece una muerte prematura, progresiva e irreversible de neuronas en una parte del cerebro denominada sustancia negra. Esta enfermedad neurológica provoca trastornos esencialmente motrices.
Lentitud, rigidez y temblores son los tres síntomas que permite evocar el diagnóstico de la enfermedad de Parkinson.
Tratamientos medicamentosos permiten vivir mejor con la enfermedad. Pueden provocar a veces efectos secundarios y en casos raros causar una sobredosificación medicamentosa.
El consumo de medicamentos dopaminérgicos como el Levodopa puede provocar sobresosis del que es importante conocer los síntomas. Pueden aparecer síntomas cardiovasculares como una hipertensión arterial seguida de una hipotensión pudiendo prolongarse algunas horas, una taquicardia así como trastornos neurológicos como una confusión, una agravación de la discinesia, una confusión y alucinaciones.
Trastornos del sueño como el insomnio, las náuseas, los vómitos y la anorexia también pueden aparecer. Estos síntomas pueden prolongarse varios días.
Una hospitalización de urgencia es la primera medida a realizar. Un lavado gástrico es efectuado inmediatamente en caso de sospecha de sobredosis. Una vigilancia de las funciones vitales, especialmente cardiovasculares, permiten detectar la aparición de trastornos del ritmo cardíaco y contemplar rápidamente un tratamiento medicamentoso antiarrítmico de ser necesario.
También hay que verificar la ausencia del consumo de otros medicamentos.