La rubéola es una enfermedad viral eruptiva muy contagiosa y generalmente benigna, que afecta la mayoría de las veces a los niños.
Sin embargo, en caso de embarazo, si la mujer no es inmune, se debe tener mucho cuidado (especialmente en los tres primeros meses) ya que puede provocar aborto, prematuridad y malformaciones graves del feto si la futura mamá la contrae.
La transmisión de la infección se hace por:
A menudo la enfermedad no es relacionada a ningún síntoma. En ciertos casos se manifiesta por:
La presencia de anticuerpos contra el virus de la rubéola en la sangre permite verificar si un individuo está protegido contra la rubéola.
Esta detección es esencial en las mujeres en edad de procrear para proceder a una vacunación en caso no estén inmunizadas.
La detección de la rubéola es generalmente prescrita en casa de la mujer embarazada, durante la primera consulta prenatal, con el fin de prevenir los riesgos para el desarrollo del feto debido a una infección en el curso del primer trimestre de embarazo.
La prueba sanguínea (serología) permite establecer si el paciente es inmunizado o no contra el virus. Se basa en la determinación de los niveles de inmunoglobulina IgG G (inmunoglobulinas G) e immunoglobines igG M.
La interpretación de los valores varía según la evolución de la enfermedad. Esta variación es circunspecto particularmente entra la etapa de contagio (el tiempo entre la contaminación y los primeros signos de la enfermedad) y la erupción (síntomas).
Si la búsqueda de anticuerpos es negativa, significa que no hubo contacto con el virus y que no hay protección contra la enfermedad.
Si la búsqueda de anticuerpo es positiva:
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La vacuna confiere en algunas semanas una inmunidad estable.
Los resultados pueden variar según la técnica utilizada por el laboratorio. Los resultados no constituyen un diagnóstico. Es importante consultar a un médico con el fin de prever exámenes complementarios o un eventual tratamiento.