La rubéola es una infección benigna y contagiosa que afecta especialmente a los niños entre 5 y 9 años. Cursa con fibre, aumento del volumen de los ganglios del cuello, erupción cutánea y náuseas. La vacuna contra la rubéola se administra de forma preventiva entre los 12 y 24 meses de edad.
La rubéola es una enfermedad exantemática (manchas rojas en la piel) producida por un virus, por lo general, es una infección leve. Suele durar una semana, aproximadamente. Después de pasar la rubéola, la persona tiene inmunidad contra la enfermedad el resto de su vida.
El virus de la rubéola pertenece al género Rubivirus de la família Togaviridae. El virus de la rubéola provoca una erupción contagiosa e inmunizante. En general, es benigna y a veces incluso pasa desapercibida. La rubéola suele aparecer entre los 5 y los 9 años de edad.
El virus, presente en las gotitas nasales, se transmite por la tos y los estornudos. El niño puede contagiar a otros durante los 8 días siguientes a la aparición de las lesiones de la piel. El periodo de incubación de la rubéola es de 15 días antes del comienzo de los primeros signos de la enfermedad.
Las manifestaciones de la rubéola son esencialmente: fiebre, dolor de cabeza, ganglios inflamados, erupciones en el cuello y en la cara.
El diagnóstico de la rubéola es difícil porque las manifestaciones de esta enfermedad pueden parecerse a las de otras enfermedades virales. La clase de erupciones que provoca no es muy característica. Esta enfermedad viral pasa, a veces, desapercibida. Un análisis de sangre confirma el diagnóstico.
Las complicaciones pueden ocurrir en el feto si la madre resulta infectada durante el embarazo. Igualmente, se puede presentar un aborto espontáneo o mortinato (el bebé muere en el útero en las últimas 20 semanas de la gestación). El niño puede nacer con anomalías congénitas.
La rubéola es una enfermedad viral benigna: no representa ningún peligro para un niño. Sin embargo, un niño afectado por la rubéola no debe acercarse a una mujer embarazada, ya que esta enfermedad es potencialmente grave durante el embarazo. Una mujer embarazada infectada por el virus de la rubéola en el transcurso del primer trimestre de embarazo corre el riesgo de tener un bebé con malformaciones neurológicas, oculares, cardiacas o auditivas.
El 94 % de las mujeres embarazadas están protegidas por los anticuerpos que han fabricado durante su infancia tras haber contraído el virus o tras haber sido vacunadas. Las embarazadas no inmunizadas pueden contraer la rubéola y trasmitirla al bebé a través de la placenta, lo que provoca riesgo de malformaciones fetales. La aparición de manifestaciones leves provocadas por el virus de la rubéola puede tener repercusiones graves en el feto.
Toda infección del virus de la rubéola puede contaminar al embrión hasta, aproximadamente, la semana 20 de embarazo. Esta contaminación puede provocar un aborto espontáneo o malformaciones en diferentes órganos, como el corazón, el cerebro, el oído o la vista. Después del nacimiento, el bebé puede contagiar a otras personas durante los 6 meses y un año de vida.
La presencia de anticuerpos significa que la futura mamá está inmunizada. Es importante aconsejar a las futuras mamás hacer un control de anticuerpos contra la rubéola cuando deciden tener un bebé y vacunarlas en ese momento si no hay anticuerpos. La ausencia de anticuerpos significa que el test es negativo. Si durante el embarazo se comprueba la ausencia de anticuerpos es necesario vacunar a la madre después del parto. Si un análisis de sangre revela que la futura mamá ha contraído la rubéola durante el embarazo, se debe establecer una vigilancia particular. Consultar al médico si aparece una erupción en el transcurso del embarazo en una mujer que no está vacunada.
La rubéola congénita afecta a ciertas mujeres embarazadas que nunca han sido vacunadas contra el virus de la rubéola. Representa un gran peligro para el embrión durante los primeros 4 meses de embarazo, ya que puede provocar malformaciones, trastornos cardiacos y oculares, retraso en el crecimiento y meningoencefalitis (inflamación del cerebro).
La detección prenatal es obligatoria y consiste en intentar detectar los anticuerpos característicos de la enfermedad a través de un análisis de sangre. Si el diagnóstico se confirma la embarazada necesitará un seguimiento en un centro especializado.
El tratamiento consiste en administrar antitérmicos para bajar la fiebre. No existe un tratamiento específico que actúe contra la rubéola. El problema principal son las mujeres que contraen la rubéola al principio del embarazo. En este caso, se puede practicar un aborto si la infección de la mujer embarazada se produjo antes de las 13 semanas de amenorrea.
Se recomienda la vacunación por la triple vacuna y asociar la vacuna contra el sarampión, las paperas y la rubéola. El esquema de vacunación es el siguiente: la primera se aplica entre los 9 y 12 meses, en el segundo año se aplica la segunda. Un recordatorio es recomendado para las niñas a la edad de 11 a 13 años. Debido al gran riesgo para el feto cuando se contrae la rubéola durante el embarazo, se debe practicar una serología (comprueba si existen anticuerpos) a todas las mujeres al principio del embarazo. Las mujeres no inmunizadas también deben ser vacunadas.
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