El invierno tiende a dañar la piel. El frío, el viento, los cambios frecuentes de temperaturas, la calefacción entre otras cosas, impactan sobre la salud de la dermis y de la epidermis.
La piel está constituida por dos capas: el estrato córneo y la dermis.
El estrato córneo corresponde a la epidermis superficial de la piel. Es el primer contacto con el exterior. Es en el estrato córneo que se encuentra los pigmentos de melanina que permiten la coloración de la piel.
La dermis corresponde a la segunda capa de la piel, más gruesa y más profunda. Rico en fibras colágenas, permite particularmente a la piel ser más resistente. En la dermis también se encuentran las terminaciones nerviosas específicas.
Cuando el estrato córneo es debilitado, la piel se vuelve más sensible a las agresiones exteriores. Hidratar su piel vuelve a reforzar esta capa con el fin de evitar cuarteos, enrojecimientos, grietas, etc.
El mejor ejemplo de una piel bien hidratada es la de un bebé, que está compuesto por un 80 % de agua. Pero con la exposición a las diferentes agresiones exteriores, la piel tiende a secarse. La hidratación cosmética permite crear una barrera para impedir a las moléculas de agua escaparse.
En función al tipo de piel, los productos varían.
Las personas con piel normal podrán utilizar una crema ligera.
Las personas con piel mixta o grasa deberán preferir productos ricos en activos hidratantes.
Las personas con piel seca necesitan utilizar productos hidratantes ricos en activos grasos como el aceite de argán por ejemplo.
A evitar: