Algunos síntomas de la varicela son dolor de cabeza y de las articulaciones, fiebre leve, erupciones (exantema) con manchitas rojas, granos, vesículas y costras en el tórax, la cara y las extremidades.
La varicela es muy contagiosa desde el día 1 y hasta el día 2 antes de que aparezcan las ampollas y se formen las costras. Se transmite directamente de persona a persona al tocar las ampollas de alguien infectado. También puede contagiarse a través de la saliva o los fluidos nasales, ya que este virus se mueve a través del aire al toser, estornudar o a través de los objetos tocados por una persona enferma de varicela.
El responsable de la varicela es el virus varicella-zoster, que forma parte de la familia de los herpes virus, causante también de la culebrilla en los adultos.
Los adultos suelen tener más vesículas que los jóvenes infectados. También son más frecuentes las complicaciones provocadas por la varicela, como la neumonía (llamada neumonía varicelosa) o la meningitis. Cuando los adultos sufren varicela, hay que estar muy pendientes de que no aparezcan estas complicaciones.
Además de los síntomas iniciales que se mencionaron al principio, la erupciones se encuentran en las mucosas (por ejemplo, de la boca) o el cuero cabelludo. Los cambios cutáneos se manifiestan en todas las fases de forma simultánea. A menudo los médicos se refieren a estas lesiones como patrón en “cielo estrellado”. La varicela provoca un fuerte picor por todo el cuerpo. Los síntomas suelen durar alrededor de diez días.
La varicela es una enfermedad viral muy contagiosa. Las erupciones sobre la piel aparecen poco a poco en el cuerpo. Estas vesículas se transforman, se secan y quedan como costras. El periodo de incubación dura en promedio 14 días, por lo que el niño puede contagiar a otros hasta que la erupción se convierta en costra. La varicela causa mucho picor y representa un peligro para las mujeres embarazadas no inmunizadas, así como para los bebés inmunodeprimidos.
Hay que consultar a un médico para confirmar el diagnóstico de varicela, comprobar que no hayan complicaciones y preguntar sobre el tratamiento para las lesiones. Es importante desinfectar las vesículas con una solución antiséptica; utilizar un antihistamínico (prescrito por el médico) que ayude a calmar los picores; bajar la temperatura en caso de fiebre con la ayuda del paracetamol (también debe ser recetado por el doctor); y reconocer los signos de gravedad de una varicela: fiebre elevada, dolores abdominales, vómitos y sobreinfecciones de lesiones cutáneas.
Existe una vacuna para prevenir la varicela, que es muy segura y eficaz. Los niños, adolescentes y adultos deben recibir dos dosis de la vacuna contra la varicela. La mayoría de las personas que se vacunan contra la varicela no desarrollan la enfermedad, aunque si la contraen, la varicela suele ser de una forma leve, con menos erupciones cutáneas y poco o nada de fiebre. La vacuna contra la varicela previene casi todos los casos graves de la enfermedad.
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