El estreñimiento no es una enfermedad, sino que es un síntoma que puede acompañar o no a varias enfermedades.
Las mujeres tienen tres veces más probabilidades de presentar estreñimiento que los hombres. Las mujeres embarazadas son aún más propensas al estreñimiento. Los cambios hormonales provocados por el embarazo y la presión ejercida por el feto sobre el intestino explican, en parte, esta situación.
El estreñimiento también es más frecuente en las personas mayores y encamadas. La disminución de la actividad física provoca, en gran medida, este hecho.
Una alimentación pobre en fibra (frutos secos, verduras, cereales completos, legumbres) es uno de los factores de riesgo más frecuente en el estreñimiento. Consulta regularmente a tu médico cuando presentes estreñimiento.
Entre los alimentos que provocan estreñimiento se encuentran los plátanos, el chocolate, las lentejas, el arroz blanco, las zanahorias, el puré de patatas pobre en fibra, el té, el membrillo, la uva, el coco, los frutos oleaginosos (nueces, avellanas, cacahuates, almendras), los cereales y el apio.
El sedentarismo, la inactividad física y querer retardar a toda costa el momento de ir al baño puede favorecer la aparición del estreñimiento.
Algunos medicamentos pueden provocar estreñimiento como los fármacos contra el dolor (analgésicos), los antiácidos, los antidepresivos, los neurolépticos, los laxantes utilizados en exceso, los anticolinérgicos, los anticonvulsionantes, los diuréticos, los antispasmódicos, los suplementos de hierro y calcio, los opiáceos, los antiparkinsonianos, entre otros.
Algunas enfermedades, como las hemorroides, los tumores del colon, la diabetes, el hipotiroidismo, la esclerosis en placas, el Parkinson y el accidente cerebrovascular pueden provocar estreñimiento. Se aconseja consultar con el médico.
Se trata de estreñimiento cuando una persona defeca tres veces o menos en una semana. Las heces son duras, pequeñas y secas, en ocasiones la defecación es dolorosa. El estreñimiento puede cursar con hinchazón abdominal, dolores de tipo cólico en el abdomen, escapes de líquido o episodios repentinos de diarrea acuosa en una persona con estreñimiento crónico, esfuerzo al tratar de evacuar las heces y aparición de un sangrado al defecar, heces pequeñas y semiformadas.
Ante la aparición de ciertos síntomas se recomienda consultar con el médico: la presencia de sangre en las deposiciones; la aparición de un gran cansancio y anemia; los dolores abdominales sin causa aparente; un adelgazamiento o pérdida de peso; los antecedentes de cáncer ginecológico, digestivo o urinario; y la agravación de un estreñimiento previo, entre otros. El médico puede solicitar ciertos exámenes, por ejemplo, un análisis de sangre, cultivos o una colonoscopia.
Lo más importante para no estar estreñido es hacer ejercicio de forma regular, consumir una dieta rica en fibra y mantener una buena hidratación.
La fibra está en los alimentos a base de plantas, como frutas y verduras. Existen dos tipos, la fibra soluble y la fibra insoluble. Ambas deben estar presentes en la dieta. La insoluble se encuentra en las frutas y las verduras (especialmente, en las crudas y con piel), los cereales, el arroz, el pan integral y el salvado de trigo. Son ricos en fibra soluble la avena, las semillas y las legumbres, como los chícharos y los frijoles.
Las verduras más ricas en fibra son los espárragos, el brócoli, el maíz, la calabaza, las patatas con piel y las ensaladas a base de lechuga, espinaca y repollo.
Cuando el paciente no realiza ningún tratamiento preventivo para el estreñimiento, pueden aparecer ciertas complicaciones como el impacto fecal (heces duras que se acumulan en el recto y no pueden salir, a menos que se realice una maniobra como la extracción manual o un tratamiento); la incontinencia por sobrecarga (aparece cuando pequeñas cantidades de heces sueltas se filtran alrededor de las heces impactadas, sin que la persona se dé cuenta); las fisuras o los desgarros anales; un sangrado por el ano; ciertos problemas psicológicos (aparecen especialmente durante la infancia cuando el dolor que aparece con la defecación puede provocar un temor de ir al baño y pueden existir sentimientos de culpa o frustración); infecciones del tracto urinario; y la aparición de hemorroides (su nombre común es almorranas).
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