El déficit auditivo o sordera es una degradación definitiva de la audición que proviene de una alteración del sistema auditivo. Los responsables de su diagnóstico y tratamiento son los otorrinolaringólogos.
Se habla de discapacidad auditiva, sordera o hipoacusia para referirse a la dificultad o la imposibilidad de utilizar el sentido del oído. Esto se debe a una pérdida de la capacidad auditiva parcial (hipoacusia) o total (cofosis). Puede afectar a uno o a los dos oídos.
La discapacidad sensorial auditiva es una deficiencia. Consiste en la pérdida o anormalidad de una función anatómica o fisiológica del sistema auditivo que provoca una dificultad para oír.
Como consecuencia aparecen problemas en el lenguaje oral que se manifiestan mediante dificultades para comunicarse y relacionarse con el entorno. Esta incapacidad puede llegar a ser total. Si estas personas desconocen o no son capaces de utilizar el lenguaje de los signos necesitan un traductor.
Existen dos causas fundamentales de la sordera: las causas congénitas, que se refieren a las causas hereditarias o genéticas (antecedentes de sordera en familiares próximos).
También hay causas adquiridas, como la exposición a ruidos demasiado intensos, los medicamentos ototóxicos (daño por químicos), los tapones de cera, los cuerpos extraños en el conducto auditivo, los problemas en el embarazo o en el nacimiento (durante el parto o en los días posteriores), ciertas enfermedades como la otitis media crónica y la meningitis u otras de origen vírico como la parotiditis (paperas) y el sarampión. Las causas más recurrentes son la herencia y la otitis media crónica.
Como causas menos frecuentes se encuentran las enfermedades cerebrovasculares, la malnutrición, los traumatismos óticos, los tumores, los químicos tóxicos y el síndrome de Ménière.
En los niños recién nacidos la causa más común es la genética. Mientras que en los lactantes y los niños, las infecciones del oído, incluida la otitis media secretora y los tapones de cera son las causas más frecuentes de déficit auditivo.
En los niños mayores son más recurrentes los traumatismos craneales, los ruidos intensos (incluida la música a un volumen muy alto), el uso de antibióticos aminoglucósidos (como la gentamicina) o diuréticos como los tiazídicos, algunas infecciones víricas (como las paperas), ciertos tumores o lesiones que afectan el nervio auditivo.
También los traumas por lápices u otros objetos extraños que se introducen los niños en el oído y, en casos raros, una enfermedad autoinmune.
La pérdida de audición o presbiacusia es uno de los problemas de salud que más afecta a los adultos mayores. Se calcula que una de cada tres personas de 65 a 74 años tiene algún nivel de pérdida de audición y casi el 50 % de las personas mayores de 75 años tiene dificultad para oír.
En su origen podría ser un factor hereditario, aunque otra de las razones es el haber estado expuesto a ruidos fuertes durante años. Muchos trabajadores de la construcción, agricultores, músicos, trabajadores del aeropuerto, jardineros y militares tienen dificultad para oír aun cuando son jóvenes o de mediana edad porque han estado expuestos con demasiada frecuencia a ruidos fuertes. Otras de las causas responsables pueden ser las infecciones por virus o bacterias, las enfermedades del corazón, los accidentes cerebrovasculares, los traumatismos craneales, los tumores y algunos medicamentos.
Una pérdida auditiva provoca repercusiones en la vida cotidiana y puede apartar rápidamente de toda actividad social a las personas afectadas.
La pérdida de audición puede ser provocada por el envejecimiento lento y progresivo de la audición o por una sobreexposición al ruido, sea cual sea el origen (profesional, escuchar música demasiado alta, tumor benigno del nervio auditivo, por medicamentos, etc).
El déficit auditivo se caracteriza por una pérdida auditiva, elemento que permite calcular de forma precisa la atenuación de los sonidos que nota la persona afectada. El valor de la pérdida auditiva permite conocer la importancia de la discapacidad. Esto se efectúa a lo largo del examen audiométrico, llevado a cabo por un especialista otorrinolaringólogo. El examen es simple, rápido, indoloro y gratuito en muchos centros especializados.
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