Revisión ginecológica

Falta de tiempo, timidez, pudor o ausencia de síntomas, las excusas son varias pero la realidad sólo una: un gran número de mujeres de entre 50-60 años no se ha sometido a una revisión ginecológica desde el último parto. Las mujeres en edad posmenopáusica son menos conscientes que las jóvenes de la importancia de acudir al ginecólogo de forma periódica para prevenir ciertas patologías y, en la mayoría de los casos, acuden sólo cuando son traídas por sus hijas.
No hay ninguna duda de la eficacia de las revisiones ginecológicas y más aún cuando se sabe que ciertas alteraciones en el cuello del útero o infecciones ginecológicas llegan sin aparecer síntomas y sólo se pueden descubrir en estas citas.
Una única revisión anual puede bastar para prevenir la mayoría de las patologías ginecológicas.

Primera revisión

La primera revisión ginecológica en la vida de una mujer, salvo que haya algún problema previo, ha de producirse antes de mantener sus primeras relaciones sexuales, pues el riesgo de contagio de una enfermedad de transmisión sexual se acrecienta en estos primeros encuentros íntimos.
Una encuesta realizada por la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia ha puesto sobre la palestra que el 52% de las jóvenes de 16 a 24 años, edades en las que el sexo no parece ser ningún misterio, no han ido nunca al ginecólogo, al igual que el 28% de las mujeres de 20 a 29 años y 17% de las españolas de cualquier edad.

Ir relajada

El pudor y la vergüenza son los anfitriones de cualquier revisión ginecológica pero no por ello se ha de dejar de hacer: piense que su salud depende en gran parte de ella y no se deje ganar por los nervios.
Hay que estar lo más relajada posible: si la mujer está tensa, lo único que conseguirá es que los músculos de la pelvis se contraigan y, por tanto, las molestias sean mayores.
Se recomienda abstenerse de tener relaciones sexuales desde 45 horas antes de la visita al ginecólogo.

¿En qué consiste una revisión rutinaria?

  • Se suele realizar una citología (toma de una pequeña muestra de tejido del útero)
  • Una exploración vaginal que consta de dos partes: en la primera el ginecólogo introducirá un espéculo, un pequeño instrumento en forma de pico de pato que al abrirse en el interior de la vagina permite observar el cuello de útero a simple vista y observar las posibles lesiones que pueda haber en la pared vaginal. En la segunda parte de la exploración, el médico podrá realizar una ecografía generalmente vaginal o bien una exploración manual para lo que introducirá sus dedos índice y corazón en el interior de la vagina y colocará la otra mano en la zona inferior del abdomen. De esta forma, explora el útero y los ovarios.
  • A partir de los 45-50 años, se suma a estas dos pruebas la mamografía, una herramienta indispensable para la prevención y detección precoz del cáncer de mama.

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