Las hemorragias son síntomas típicos del fibroma uterino.
A continuación un panorama sobre los diferentes tipos de hemorragias, sus riesgos y los tratamientos que pueden ser propuestos.
La mucosa uterina es irrigada por numerosos vasos sanguíneos. Un fibroma se forma bajo la mucosa y su desarrollo puede estirar un vaso sanguíneo y provocar una hemorragia. El sangrado es más o menos severo.
Las hemorragias debido a un fibroma a menudo aumentan por las modificaciones fisiológicas que aparecen durante el período de las reglas y que causan una necrosis del endometrio.
Es importante prestar atención a ciertos signos evocadores, como reglas prolongadas y demasiado abundantes. Las hemorragia que aparecen entre las reglas constituyen otro signo de alerta.
Si son abundantes, las hemorragias genitales debido a un fibroma pueden provocar déficit de hierro (anemias).
La anemia se traduce por síntomas como el cansancio, vértigos, aturdimientos y síncopes.
Un legrado hemostático, que pretende parar las hemorragias causadas por un fibroma, puede ser contemplado en caso de anemia hipocrómica severa (disminución de la tasa de hemoglobina en los glóbulos rojos).
Otro procedimiento, menos invasivo, es generalmente propuesto, la embolización del fibroma uterino. Una pequeña incisión en la ingle es practicada por el radiólogo para acceder a la arteria femoral en la cual es insertado un catéter. Guiado a través de la arteria hasta el útero, este tubo flexible permite inyectar partículas minúsculas en la arteria que irriga y vasculariza el fibroma, lo que provoca su regresión.
Toda hemorragia que aparece fuera del período de la menstruación es un signo de alerta y justifica consultar con su médico de cabecera o su ginecólogo para un diagnóstico preciso. En efecto, un derrame sanguíneo genital puede ser relacionado a patologías más graves.
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