El hierro es esencial para el equilibrio del cuerpo, ya que permite transportar oxígeno en la sangre gracias a su acción en la formación de la hemoglobina. La deficiencia de hierro, que puede conducir a la anemia, a menudo se debe a una dieta deficiente, la excesiva pérdida de sangre (como períodos menstruales notoriamente abundantes) o problema digestivo. El tratamiento, para compensar esta carencia, es medicado en los casos más graves. Se recomienda realizar los análisis de sangre pertinentes cuando se sospecha de una deficiencia de hierro. De hecho, varios tipos de exámenes se pueden prescribir, a veces erróneamente.
La deficiencia de hierro se traduce en señales físicas, en primer lugar, en un cansancio inusual y una disminución de la fuerza (resistencia o energía). También se pueden observar problemas cognitivos, dolores de cabeza, palpitaciones, disnea en situaciones de esfuerzo, mareos e incluso piel pálida, en estos casos, se habla de anemia por deficiencia de hierro. Esta carencia puede ser causada por sangrado (incluyendo, como se mencionó anteriormente, la menstruación) o una dieta muy baja en hierro.
En caso de deficiencia de hierro, existen muchos análisis de sangre del metabolismo del hierro que se pueden prescribir, entre ellos la determinación de hierro, ferritina, transferrina y los receptores solubles de transferrina.
Si se sospecha de una deficiencia de hierro, se recomienda, de primera instancia, la medición de la ferritina sérica, dato suficiente para confirmar el diagnóstico de deficiencia de hierro. Los otros marcadores del metabolismo, en este caso, no se consideran necesarios.
Si se sospecha una inflamación o insuficiencia renal crónica, o cuando la ferritina no es suficiente para confirmar la sospecha de una falta de hierro, se recomienda la determinación de hierro y transferrina con el fin de calcular el coeficiente de saturación de esta última.
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