Manteniendo la boca y los dientes sanos salimos ganando. En primer lugar reducimos las molestias y los dolores ocasionados por las enfermedades dentales y los tratamientos reparadores. En segundo lugar, cualquier reparación o sustitución de nuestros dientes, por excelente y cara que sea, nunca será mejor que nuestra dentadura original: ni en función, ni en estética ni en duración.
Por ello es importante seguir estos consejos y aunque no se tenga ningún problema acudir una vez al año a visitar al Odontólogo.
Es una enfermedad provocada por bacterias que, utilizando el azúcar de los alimentos, producen un ácido que desmineraliza la estructura de los dientes hasta provocar su destrucción. Para evitarla hay que disminuir el consumo de dulces, especialmente entre las comidas, y cepillarse los dientes frecuentemente con pasta de dientes fluorada para eliminar las bacterias y hacer los dientes más resistentes por la acción del flúor.
Es una enfermedad que afecta a las encías. En su fase inicial se produce una inflamación y un sangrado de las encías (gingivitis). Si la enfermedad no se controla puede iniciarse un proceso de pérdida del hueso de sujeción de los dientes (hablamos, entonces, de periodontitis), que se manifiesta con la aparición de movilidad de los dientes y, finalmente, su pérdida.
Para evitarla hemos de mantener una correcta higiene buco-dental y evitar fumar.
La mejor manera de evitar su aparición es evitar sus causas: el tabaco, el alcohol, el mal estado de los dientes o el uso de prótesis mal ajustadas. Las visitas periódicas al Odontólogo puede detectar estas lesiones en etapas iniciales y mejorar su pronóstico.
La principal causa responsable de un sangrado de las encías es su inflamación (gingivitis). Si el sangrado no desaparece en una semana con un correcto cepillado de los dientes (durante, al menos, 3 minutos después de cada comida) hay que visitar al Odontólogo.