El herpes en el recién nacido es una patología que se presenta con poca frecuencia. Sin embargo, puede tener consecuencias graves.
Un recién nacido puede ser infectado por el virus del herpes, ya sea labial o genital. El síntoma más común del herpes en el recién nacido es la aparición de vesículas en la piel. La mayoría de los recién nacidos infectados por el virus del herpes presenta síntomas benignos. Sin embargo, este virus puede provocar lesiones neurológicas muy graves.
Algunos de los síntomas benignos de una crisis de herpes en el recién nacido son la aparición de ampollas sobre la piel (en la cabeza, pies y glúteos, entre otras zonas); enrojecimiento de los ojos y lagrimeo; irritabilidad, adormecimiento frecuente, falta de apetito; fiebre persistente y convulsiones.
Ante la aparición de cualquiera de estos síntomas es necesario acudir al médico. Si el bebé fue infectado durante el parto, los síntomas del herpes pueden empezar a manifestarse 1 o 2 semanas después.
Por lo general, el herpes oftálmico provoca conjuntivitis, supuración purulenta y lagrimeo. El oftalmólogo es el único que puede confirmar el diagnóstico del herpes oftálmico.
La forma más grave y excepcional de la infección por el virus del herpes es aquella que afecta al sistema nervioso, lo que ocasiona problemas neurológicos.
Es posible tratar al recién nacido con medicamentos antivirales.
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