La aspirina (es decir, el ácido acetil salicílico) tiene, sobretodo, un papel antiinflamatorio. El modo de acción de la aspirina reposa sobre su capacidad para regular la secreción de prostaglandinas, estas sustancias que se secretan cuando el organismo recibe una agresión. Conteniendo a estas prostaglandinas la aspirina contendrá, por una parte, la inflamación pero también hará bajar la fiebre y disminuirá el dolor. La acción de la aspirina se ejerce desde su absorción a nivel del estómago: las moléculas pasan a la sangre y después se difunden por todo el cuerpo.