Para realizar un diagnóstico de una fractura vertebral por osteoporosis se debe realizar un examen físico completo, junto con una radiografía y/o una resonancia magnética (RMN) . Estas pruebas pueden ayudar al médico a diferenciar entre el dolor causado por una fractura vertebral y el dolor provocado por otro trastorno. Después de haber tenido la primera fractura vertebral, el riesgo de sufrir otra fractura es entre 3 y 5 veces superior porque el hueso roto afecta a la distribución del peso a lo largo de la columna vertebral. La pérdida de alineación provocada por un cuerpo vertebral fracturado carga con más presión las vértebras adyacentes: esto provoca una estructura debilitada y más vulnerable a fracturas posteriores.
Las fracturas de los huesos que afectan a la columna vertebral se llaman fracturas vertebrales o fracturas vertebrales por compresión. Consideradas erróneamente como parte "normal" del envejecimiento, el encorvamiento que se produce debido a las múltiples fracturas ocasionan dolor crónico, reducen la calidad de vida y aumentan el riesgo de sufrir más fracturas.
Unas dos terceras partes de las fracturas vertebrales relacionadas con la osteoporosis no se diagnostican.
Múltiples fracturas vertebrales pueden causar una curvatura hacia delante de la columna (cifosis). Se acompaña de dolor en la zona y, en casos avanzados, de un incapacidad funcional para respirar, caminar, comer o dormir. Con cada fractura adicional, la curvatura de la columna puede ser más pronunciada, dolorosa y debilitante.
Las fracturas pueden aparecer como resultado de una actividad normal como, por ejemplo, agacharse o coger algo.
La cifosis severa tiene un efecto de compresión en sus órganos que perjudica progresivamente la capacidad de respirar, caminar, comer o dormir. La capacidad pulmonar se reduce y la movilidad puede volverse limitada. Los trastornos del sueño son frecuentes en caso de cifosis pronunciada.
El tratamiento tradicional de las fracturas vertebrales incluye un reposo prolongado en la cama, medicación contra el dolor y el uso de corsés. Estos tratamientos pueden reducir el dolor, pero no estabilizan la fractura ni corrigen la deformidad vertebral correspondiente. Actualmente puede recurrirse a la cifoplastia con balón.