El uso de los repelentes permite protegerse de las picaduras porque estos productos contienen un principio activo que aleja a los insectos. Los repelentes en forma de líquidos y sprays deben ser utilizados cuidadosamente ya que existe el riesgo de una ingestión accidental o de inhalación.
El repelente debe ser aplicado en todas las partes expuestas a los insectos pero también en las piernas y el abdomen.
Evitar el contacto con los ojos y la nariz.
Las personas alérgicas a las esencias naturales como el aceite de citronella deben evitar algunos productos como el repelente de síntesis, especialmente la dietil toluamida (DEET).
No dejar los repelentes al alcance de los niños.
Interrumpir el uso del repelente desde la aparición de trastornos del comportamiento (confusión, malestar), especialmente si se da en niños.
Los repelentes deben ser utilizados el menor tiempo posible y en la menor superficie posible de la piel.
No aplicar sobre una herida abierta.
No utilizar en caso de alergia cutánea.
Los repelentes de síntesis como el Etil hexanodiol y el DEET están contraindicados durante el embarazo. Se recomienda la utilización de repelentes naturales, excepto en ausencia de alergia a estos productos.
Es importante saber que la duración de la protección varía entre 2 a 4 horas o 5 como máximo.
Aplicar el repelente 3 veces al día como máximo.
La combinación de protector solar y repelente protege menos del sol. Esta combinación favorece la penetración del repelente en el organismo volviéndolo más tóxico.
Los repelentes naturales a base de citronella o lavanda son menos eficaces. Tienen una duración de acción mucho más corta que los productos de síntesis, de una hora y 30 minutos como máximo.
Estos productos naturales pueden provocar alergias y una fotosensibilisación.