La práctica regular de una actividad física tiene repercusiones muy positivas en el ánimo, en general, mejora el sueño y combate el estrés y la depresión.
La actividad física disminuye el estado depresivo y la ansiedad, ya sea si gozas de buena salud o en las personas que sufren de depresión. Actúa a nivel psicológico, bioquímico y fisiológico.
La práctica regular de ejercicio es un buen complemento de los tratamientos farmacológicos y la psicoterapia, especialmente, en los pacientes con depresión o ansiedad. Se recurre a ella con poca frecuencia, aunque su eficacia se reconoce.
La actividad física ayuda a mantener un buen humor y estado de ánimo. Por ejemplo, las personas de entre 65 y 79 años de edad, que hicieron regularmente actividad física, se protegen de la depresión entre 2 y 9 años después de dejar de practicar ejercicio.
Todas las actividades físicas son fuentes de bienestar y disminuyen el estrés. De hecho, practicar algún tipo de ejercicio provoca una liberación de endorfinas en el cerebro, en una cantidad hasta cinco veces superior a la normal.
Las endorfinas desempeñan varias funciones. Son fuentes de bienestar físico y mental, disminuyen el dolor y favorecen, entre otras cosas, la aparición del placer. A nivel psicológico, las endorfinas ponen de manifiesto una euforia ligera y pensamientos más positivos. Participan incluso en la aparición de los orgasmos.
La actividad física es un excelente medio para conservar el ánimo, así como para aliviar el estrés, la ansiedad y los síntomas que son asociados a estos, como la aceleración del ritmo cardíaco, el aumento de la presión arterial o incluso los dolores de estómago.
La actividad física también permite tener una buena calidad de sueño, si se practica de modo moderado y regular. Se recomienda no practicarlo antes de acostarse.
Por otro lado, contrario a las ideas preconcebidas, la actividad física no cansa, al contrario, permite luchar contra el cansancio.
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