La rinitis alérgica es una inflamación de las paredes nasales provocada por la alergia al polen o a los animales, por ejemplo.
Entre los síntomas más frecuentes, se encuentran los picores en la nariz, los estornudos, el líquido nasal claro y la sensación de nariz tapada. A menudo va acompañada de picores en el paladar, los conductos auditivos y los ojos. El cansancio, los dolores de cabeza, la sensación de mucosidad en la parte posterior de la garganta, las dificultades para concentrarse y dormir, así como la pérdida del olfato, son características de la rinitis alérgica. Por otro lado, las personas del entorno no se suelen tomar en serio a los afectados de rinitis y no se dan cuenta de la minusvalía que sufren.
Las paredes nasales que, de manera permanente, son frágiles y entran en contacto con alérgenos (como el polen, por ejemplo), son más sensibles a los olores de la pintura, los disolventes o el tabaco. Estos factores irritantes no específicos agravan la molestia nasal. La rinitis alérgica se puede manifestar en forma de rinofaringitis de repetición (catarro común) —especialmente en los niños— lo que orienta el diagnóstico hacia manifestaciones infecciosas que, en la mayoría de los casos, son tratadas con antibióticos. Hay que pensar en un origen alérgico cuando los niños presentan cuadros de rinofaringitis de repetición.
La rinitis alérgica y el asma están estrechamente vinculados. Las paredes de la nariz y los bronquios están recubiertas por el mismo tipo de células y reaccionan de la misma manera ante las agresiones de los alérgenos. Un mecanismo inflamatorio común afecta al aparato respiratorio a nivel de la nariz y los bronquios. De esta forma, se puede explicar la asociación entre la rinitis alérgica y el asma. Pueden aparecer al mismo tiempo, pero la rinitis suele aparecer más a menudo sola durante varios años antes de que aparezca el asma.
Toda rinitis alérgica puede llegar a evolucionar hasta convertirse en un asma; la evolución es más grave si la rinitis alérgica no ha sido tratada correctamente. Por otro lado, una rinitis alérgica sin tratar puede agravar un asma.
El diagnóstico y el tratamiento de la rinitis persistente son necesarios con el fin de mejorar la vida diaria de los enfermos y evitar la aparición del asma.
La rinitis perenne se produce durante todo el año. Este tipo de rinitis se prolonga por más tiempo, durante más meses, incluso a veces a lo largo de todo el año, sin una cronología precisa. Los alérgenos que a menudo son la causa de este tipo de alergia son los ácaros y los animales. Los síntomas se agravan en los lugares húmedos y polvorientos. Ciertos episodios de estornudos aparecen durante el contacto pasajero con un alérgeno, por ejemplo, en presencia de un animal. Solo un chequeo alergológico permite identificar con precisión cuál es la causa.
La rinitis estacional, a menudo llamada fiebre del heno, aparece cada año durante el mismo periodo y dura algunas semanas. El 80 % de los casos es provocado por el polen o el moho.
La clasificación que realiza la ARIA, por sus siglas en inglés: The Allergic Rhinitis and its Impact on Asthma, categoriza a la rinitis alérgica de acuerdo con su influencia sobre el asma, además de su duración y gravedad.
La rinitis persistente se produce durante 4 días a la largo de la semana y durante 4 semanas a lo largo de un año. La rinitis intermitente se presenta por menos de 4 días a la semana, durante 4 semanas o menos al año. Esta clasificación permite tener en cuenta mejor la intensidad y la duración de las manifestaciones.
La rinitis moderada a severa se caracteriza por las molestias que aparecen mientras se realizan las actividades diarias, ya sean laborales o de la escuela, además de perturbaciones durante el sueño.
La rinitis ligera, por el contrario, presenta manifestaciones menos severas, aunque pueden alterar el sueño y la vida a diario.
Se caracteriza por ojos rojos y llorosos, acompañados de picores. Las personas afectadas por conjuntivitis alérgica tienen siempre la horrible sensación de tener arena en los ojos. Por otro lado, tanto la luz natural como artificial causan malestar a las personas con este tipo de conjuntivitis. En estos casos, se habla de fotofobia. Si eres alérgico al polen, lleva gafas de sol y evita frotarte los ojos.
La conjuntivitis alérgica a menudo acompaña a la rinitis alérgica, especialmente aquella provocada por el polen. Pero también puede aparecer de manera aislada al ser provocada por una alergia a los ácaros, los animales o el látex, por ejemplo. El consumo de ciertos alimentos también puede provocar una conjuntivitis alérgica. Un chequeo oftalmológico es imprescindible con el fin de evaluar la gravedad de las lesiones. También permite al oftalmólogo prescribir un colirio que contenga corticoides.
Se pueden proponer varios tipos de tratamientos con el objetivo de aliviar el picor de ojos y los ojos llorosos. Además, se intenta que estos síntomas no vuelvan a aparecer. Se administran en forma de gotas que se colocan directamente en el ojo y pueden contener antihistamínicos, descongestionantes, antiinflamatorios no esteroideos (AINE) o un estabilizador de mastocitos. Algunas presentaciones disponibles en el mercado contienen una combinación de varios de estos fármacos. Ciertas gotas para los ojos necesitan prescripción médica. Los antihistamínicos tomados por vía oral también pueden ayudar.
La conjuntivitis es una patología muy frecuente en los niños. No siempre tiene un origen vírico o bacteriano y, por tanto, contagioso, ya que también puede deberse a una sensibilización alérgica. Es importante saber diferenciar los síntomas de la conjuntivitis alérgica de la provocada por las infecciones. En la alérgica no existen lagañas pegajosas y amarillentas típicas de la conjuntivitis infecciosa, pero sí cursa con picor importante, hinchazón de los párpados y lagrimeo abundante. Estos síntomas se incrementan cuando el niño se pone en contacto con los alérgenos a los cuales se ha sensibilizado, entre los que destacan el polvo, el polen, la contaminación y el pelo de los animales. El tratamiento debe ser prescrito por el pediatra, si mediante lavados con suero fisiológico no se arregla el problema.
No, al contrario de la conjuntivitis de origen infeccioso, como la provocada por virus o bacterias, la conjuntivitis de causa alérgica no se contagia.
Para mejorar los síntomas de la conjuntivitis alérgica se puede colocar sobre los ojos cerrados una compresa o toalla pequeña fría. También puede ayudar el lavado de los ojos con suero fisiológico o con lágrimas artificiales. Es importante alejarse del sitio donde han empezado a aparecer las molestias y no fumar. Para dormir utilizar almohada, colchón y sábanas sintéticos. Después de ponerse el colirio recetado por el médico, guardarlo en un lugar fresco y seco. Para eliminar el polen del cuerpo lavarse las manos a menudo y ducharse todos los días.
Evitar salir al campo (o visitar zonas con jardines) en primavera y otoño, especialmente los días con mucho viento. En lo posible, preferir las vacaciones en zonas marítimas, como en la costa o cerca del mar. Evitar pasear en las horas de mayor concentración de polen (por la mañana y hasta el mediodía) y procurar salir a pasear después de la lluvia. Usar gafas oscuras y evitar la utilización de lentes de contacto o lentillas mientras los síntomas de la conjuntivitis están presentes (usar gafas o anteojos hasta que mejoren los síntomas).
Foto: © Ivan Mikhaylov – 123RF.com