El número de personas afectadas por la alergia al polen aumenta cada año. Perjudica a personas de todas las edades, pero existe un porcentaje mayor en los adolescentes y adultos jóvenes. Los alergólogos consultan tanto a niños de 2 años como a personas de más de 75 años, quienes presentan sus primeras alergias al polen aunque nunca hayan sido alérgicas.
La primavera es la estación del año cuando aparecen la mayoría de las alergias. Los síntomas más frecuentes de la alergia al polen son la rinitis (inflamación de la nariz, la membrana mucosa que la tapiza y los senos paranasales), que va acompañada de crisis de estornudos y mucosidad acuosa. Otro síntoma típico es la conjuntivitis con enrojecimiento, picor de ojos y lagrimeo. También puede cursar con dificultad para respirar, tos y crisis de asma. A nivel de la piel pueden aparecer ronchas o erupciones que se acompañan de picores. Los síntomas digestivos como vómitos, diarreas o acidez de estómago son mucho menos frecuentes.
El sarpullido, la urticaria y el picor son las lesiones dermatológicas más frecuentes y, a menudo, los primeros indicadores de la alergia primaveral. Las alergias al polen —antes de provocar síntomas de nariz, ojos o bronquios— pueden presentarse con la aparición de urticaria con ronchas o picores en la piel. El prurito corporal se origina debido a que algunas personas con alergias tienen la piel más reactiva en esta época del año. La alergia al polen de gramíneas y al césped puede provocar una urticaria de contacto.
Aparecen con especial virulencia en primavera. La razón es que uno de los grupos de alérgenos más frecuentes son el polen, unas células reproductoras de las plantas que proliferan durante esta estación. Entre el polen más frecuente en España se encuentra el de las gramíneas, el olivo, las cupresáceas, las arizónicas, el plátano de sombra y la parietaria.
Las reacciones alérgicas suelen ser, en general, leves pero en ocasiones son más graves. Pueden causar lagrimeo, picor ocular y crisis de estornudos. Entre los cuadros más graves se encuentran las crisis de asma y la anafilaxia, que cursa con dificultad respiratoria importante y disminución de la presión arterial, que puede acabar en shock. Puede aparecer en personas sensibles después de comer ciertos alimentos, tomar determinados medicamentos o por la picadura de una abeja.
En cuanto al tratamiento, se administran antihistamínicos cuya función consiste en bloquear la acción de la histamina y la inmunoterapia, también conocida como desensibilización o vacunas para la alergia.
La alergia al polen de abeja se encuentra a mitad de camino entre una alergia alimentaria y una alergia al polen propiamente dicha. El polen de abeja es un alimento muy nutritivo. Suele combinar polen de diferentes plantas como el trigo, el maíz o el pino. Una de las dudas que pueden tener las personas alérgicas al polen, y al polen de abeja en particular, es si pueden tomar miel. Hay que tener en cuenta que algunas personas alérgicas al polen en general pueden ser también alérgicas a la miel. Por lo que debe ser un alergólogo el que, después de realizar las pruebas adecuadas, establezca si puede consumirla.
Un estudio realizado por dos investigadores canadiendes analizó casos de anafilaxia tras tomar suplementos de polen de abeja. Recomiendan extremar las precauciones para todos los alérgicos a la hora de consumir este alimento.
El polen es liberado por las plantas a la atmósfera y así se produce la fecundación. La polinización corresponde al transporte del grano de polen sobre el estigma de la flor hembra. El polen anemófilo que provoca reacciones alérgicas debe emitirse en grandes cantidades, ser de tamaño pequeño y tener un gran poder alergénico. El polen anemófilo es pequeño y ligero, por lo que el viento lo transporta fácilmente y puede recorrer decenas o incluso centenares de kilómetros. El polen transportado por los insectos, llamados entomófilos, juega un papel secundario en la aparición de las alergias.
Los pacientes afectados por rinitis polínica sufren cada año, en el mismo periodo, las mismas manifestaciones como picores de nariz, estornudos violentos y repetitivos, nariz que gotea y obstrucción nasal. Muy a menudo, existen otras manifestaciones que acompañan a la rinitis alérgica y que afectan a los ojos como lagrimeo u ojos rojos y picores (conjuntivitis). Asimismo, en muchas ocasiones se observan picores en el paladar y en los oídos.
La rinitis alérgica polínica puede acompañar al asma. La estación polínica es, a menudo, violenta hasta tal punto que la expresión alerta al polen se emplea en muchas ocasiones, sobre todo en lo que concierne al polen del abedul. Cada vez más personas que nunca habían sufrido episodios alérgicos comienzan a estornudar y a toser.
Además, casi uno de cada dos alérgicos al polen presenta episodios de tos, ahogo, silbidos, característicos propios de la enfermedad asmática. Los pacientes no siempre se dan cuenta de que estos síntomas son signos de asma y por ello no llevan a cabo el tratamiento adecuado.
La alergia al polen se acompaña, en muchas ocasiones, de periodos de fatiga que complican la vida cotidiana de los alérgicos ya sea en su profesión o vida familiar. Están cansados, duermen mal y no tienen ganas de salir durante estos periodos primaverales cuando apetece salir a pasear. Uno o dos meses al año, incluso tres, tienen problemas para llevar a cabo adecuadamente su trabajo.
No esperes para acudir a un alergólogo. La alergia al polen necesita un diagnóstico rápido y un tratamiento específico adaptado a cada paciente. Los tratamientos que pueden proponerse conllevan una mejora importante, permiten evitar el agravamiento de las manifestaciones y sobre todo aliviar las alergias.
Existen tres estaciones polínicas. Los diferentes tipos de polen se suceden en la atmósfera de enero a octubre.
Los principales tipos de polen de los árboles son los de las cupresáceas (ciprés, tuya), las oleáceas (fresno, olivo), las platanáceas (plátano), las betuláceas (abedul, carpe, aliso, avellano), las fagáceas (roble, castaño), las salicáceas (álamo, sauce) y las tiliáceas (tilo).
La gran estación del polen corresponde a la polinización de las gramíneas, también es conocida como la fiebre del heno. Dura alrededor de dos meses. Las gramíneas crecen en todas partes: praderas, cunetas, bosque, bordes de las carreteras, césped o campo, aunque también en las ciudades. Las gramíneas polinizan en la montaña en julio, incluso en agosto, tras el deshielo de la nieve. Un paciente alérgico al polen de las gramíneas tendrá problemas en abril, mayo y junio, pero debe evitar pasar las vacaciones en la montaña en el mes de julio o agosto porque corre el riesgo de sufrir alergia.
Los principales tipos de polen de las gramíneas alergénicas son las gramíneas forrajeras (dáctilo, poa de los prados, cizaña, poa de Linneo, fleo de los prados y grama) y las gramíneas de cereales (trigo, cebada, maíz, avena y centeno).
Esta estación tardía provocada por las herbáceas se extiende desde el final del verano hasta el mes de octubre. Son plantas vivas compuestas de cerca de 50.000 especies que se encuentran en la ciudad, los bordes de las carreteras y los caminos. Provoca episodios de rinitis y de asma bastante importantes.
El polen es un verdadero contaminante biológico. La presencia importante de polen alergénico en una región puede provocar una forma de contaminación biológica llamada contaminación verde. Algunos tipos de polen, como el del ciprés o el de la ambrosía, provocan manifestaciones que no dependen del terreno atópico, es decir, de la predisposición de uno u otro individuo a desarrollar manifestaciones alérgicas, sino de un umbral de toxicidad, esto es, de la concentración del grano del polen en la atmósfera.
La modificación del paisaje de algunas regiones ha acarreado consecuencias sobre la salud de los alérgicos. La aparición de numerosos setos de ciprés o tuya ha provocado verdaderas paredes de polen que causan la contaminación verde. Los cipreses son árboles baratos y crecen fácilmente.
El polen de la ambrosía es muy volátil y se puede dispersar a lo largo de más de 150 kilómetros. Se desarrolla en los solares, los terrenos descuidados, las canteras, los arcenes y los terrenos en barbecho. Para evitar su proliferación se deben arrancar y cortar antes de que florezcan, en general, en el mes de julio. El acondicionamiento de terrenos baldíos podría evitar que la hierba prolifere.
La intensidad de la polinización varía de un año a otro en función de la meteorología y de la región. Las condiciones climatológicas son determinantes, ya que el calor y la humedad aumentan la concentración de polen; mientras que el frío, la sequía o las lluvias abundantes las hacen disminuir; por su parte, el tiempo seco y el viento permiten la diseminación de estos granos de polen.
El desarrollo de rinitis polínicas certificadas a lo largo de los últimos treinta años es simultáneo al aumento constante de la contaminación química. La contaminación urbana agrava la toxicidad del polen al debilitar la superficie del grano y permitir la aparición de proteínas alergénicas. Los contaminantes son factores igualmente irritantes que provocan un aumento de la hiperreactividad bronquial, nasal u ocular.
Debido al calentamiento global, todos los expertos coinciden en afirmar que los inviernos son cada vez más suaves y que los veranos calurosos que estamos viviendo actualmente favorecen estaciones polínicas más prematuras, más intensas y más largas. La polinización de los abedules tiene lugar cada año con casi 15 días de antelación. En las montañas, la floración se produce hacia lo alto de las cimas.
En ciertos casos, las personas alérgicas al polen pueden presentar picores en la boca o incluso un edema al comer frutas y verduras crudas. Entonces, se trata de una alergia cruzada entre los alimentos y el polen. Por ejemplo, un paciente alérgico al polen de abedul nunca podrá comer una manzana debido a la aparición de picores en el paladar y en la garganta que se vuelven insoportables.
En cuanto al polen de las gramíneas, las alergias cruzadas más frecuentes aparecen con los tomates, los pimientos, las patatas, el melón, el kiwi y la harina de trigo. En cuanto al polen de ambrosía, aparecen con el melón, el plátano y la sandía. Respecto al polen de artemisa, se presentan con el eneldo, la zanahoria, el hinojo, el perejil, el puerro y el cilantro. El polen de avellanero tiene alergia cruzada con la avellana y el polen de aliso con el melocotón, la avellana, las cerezas, las almendras, el perejil, las manzanas y las peras.
Respecto al polen de abedul, las alergias cruzadas más frecuentes son con la manzana, el melocotón, las peras, las almendras, las cerezas, las nectarinas, los albaricoques, las nueces, los puerros y los kiwis. Es necesario consultar a un alergólogo antes de comer estas frutas debido a un riesgo importante de reacción alérgica grave.
Algunas medidas simples pueden ayudar a los alérgicos al polen a soportar mejor sus alergias. Es recomendable, por ejemplo, cepillar el pelo antes de acostarse con el fin de eliminar el polen acumulado a lo largo del día, de lo contrario podría depositarse directamente en la almohada y provocar reacciones alérgicas; llevar gafas de sol y un sombrero; no frotar los ojos; evitar cortar el césped; ventilar la habitación por la mañana; evitar fumar porque el tabaco agrava las reacciones alérgicas; evitar la piscina porque el cloro causa daños en las mucosas de la nariz y los ojos; no secar la ropa en el exterior; llevar una mascarilla cuando se trabaja en el jardín y cerrar las ventanas cuando se va en coche.
Se aconseja a los estudiantes alérgicos al polen consultar a su médico antes de pasar los exámenes porque los picos de polen aparecen durante este periodo. En vacaciones intenta estar cerca de la orilla del mar porque la concentración del polen es más baja. Es importante seguir los partes polínicos emitidos para poder adaptar los tratamientos.
A menudo los remedios naturales solo disminuyen los síntomas de la alergia, pero no solucionan el problema completamente. Se deben fortalecer las defensas del organismo para responder mejor a los ataques que llegan del exterior y para ello se recomienda la toma de cítricos como la naranja o la mandarina, en zumos (jugos) o enteras porque son ricas en vitamina C. Las infusiones de echinacea también pueden ayudar. Cuando haya afectación de las vías respiratorias se recomiendan los vapores de manzanilla o melisa que favorecen su apertura. La ingesta de ajos, ricos en capsaicina, es muy buen remedio para acabar con el malestar provocado por la alergia. En caso de rinitis se recomiendan limpiezas nasales con agua marina o suero fisiológico.
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