La pielonefritis es una infección bacteriana del riñón, se habla de nefritis intersticial aguda. En general, la infección afecta a las vías urinarias en un principio y la bacteria asciende a las cavidades renales. La infección se diagnostica principalmente en las mujeres (5 %), especialmente las de edad joven. Se debe tratar rápidamente, sobre todo en los grupos de riesgo, como las mujeres embarazadas. Alrededor del 6 % de las mujeres son portadoras sin saberlo de gérmenes en la orina y las especificaciones anatómicas y hormonales relacionadas con el embarazo aumentan el riesgo de que estos gérmenes lleguen hasta los riñones. Esto explica por qué se produce pielonefritis en el 1 o 2 % de las mujeres embarazadas.
La pielonefritis es una infección bacteriana de las vías urinarias, es decir, del riñón y pelvis renal.
La pielonefritis aguda es una infección urinaria de origen bacteriano que afecta inflamando los riñones. Las bacterias implicadas son generalmente del tipo E. coli (Escherichia coli). Las manifestaciones sintomáticas de la pielonefritis aguda son fiebre alta, escalofríos, dolor de espalda severo, taquicardia, diarrea y vómitos. Algunos se pueden tratar en casa, pero en los casos graves se necesita una rápida hospitalización. El tratamiento se basa generalmente en cefalosporinas (antibióticos). La enfermedad tiene una tendencia a repetirse, por lo que, se debe monitorear al paciente de forma constante.
La pielonefritis aparece a menudo después de una cistitis mal tratada o resistente al tratamiento. Por lo general, su causa es una bacteria gramnegativa, como se ha mencionado, la E. coli (75 - 90 % de los casos de infecciones urinarias). Dependiendo de las características de la persona afectada, la infección se llama pielonefritis simple, en las mujeres que no tienen la enfermedad. Existen otros factores que pueden ser responsables de una pielonefritis, como el estreñimiento prolongado o la presencia de una malformación.
Los síntomas de la pielonefritis incluyen fiebre, escalofríos, dolor a los costados de la espalda o en la zona lumbar, a menudo con dolor abdominal, cansancio, problemas urinarios, como ardor al orinar, necesidad frecuente de orinar y orina con mal olor. Con frecuencia, se trata también de una anuria (interrupción de la excreción de orina), presente en caso de pielonefritis obstructiva.
El diagnóstico de la pielonefritis responde a las señales clínicas cuya sospecha se clarifica con la realización de un análisis de orina, por medio de la inmersión de cinta reactiva de laboratorio en una muestra de orina del paciente. Con este examen se establece la presencia de glóbulos blancos o de nitritos. En caso de que se encuentre uno de los dos elementos, se lleva a cabo una investigación adicional, definida como examen examen citobacteriológico de orina (o cultivo de orina), lo que confirma la presencia de bacterias en la orina. La prescripción de un tratamiento de cuidado no debe retrasarse a la espera de los exámenes. Por lo tanto, en caso de un primer episodio de pielonefritis, un ultrasonido de las vías urinarias es necesario en las primeras 24 horas, con el fin de buscar el factor que causa su manifestación o un obstáculo situado en las vías urinarias. Una radiografía de la zona urinaria también determina la aparición de lesiones parenquimatosas y la presencia, o no, de cualquier obstrucción asociada.
El tratamiento de la pielonefritis no complicada se basa en la prescripción de antibióticos y analgésicos en caso de dolor intenso, además de reposo total y beber mucha agua. En caso de complicaciones, se hospitaliza al paciente. Para los casos de pielonefritis obstructiva se requiere una operación. Para evitar la pielonefritis es buena la hidratación del organismo, es decir, tomar mucha agua.
Las complicaciones de esta enfermedad surgen con la edad extrema o en caso de un obstáculo que bloqueé las vías urinarias. También puede aparecer si existe una malformación de todo el aparato urinario, en caso de embarazo o si la persona sufre de ciertas enfermedades como la diabetes o inmunidad baja. La pielonefritis puede complicarse en caso de absceso renal o perirrenal (alrededor del riñón) o infección generalizada (septicemia). Los más vulnerables son las mujeres mayores de 65 años y las mujeres embarazadas.
El tratamiento de referencia es con antibióticos. Después de unos pocos meses del final del tratamiento, se debe hacer una gammagrafía renal para buscar posibles consecuencias en el riñón. De hecho, existe el riesgo de hipertensión arterial, en particular, en las mujeres embarazadas, que puede conducir a una convulsión generalizada (eclampsia).
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