La resiliencia, la capacidad de asumir situaciones límite o de sobreponerse a experiencias de dolor emocional, es una característica de todas las personas en mayor o menor grado. Hay quienes, a pesar de vivir circunstancias muy adversas, no solo no sufren traumas psicológicos, sino que además salen reforzados. Pero, ¿todo el mundo tiene esa capacidad? La resiliencia, ¿se hace o se nace? ¿Se puede aumentar? En este artículo se da respuesta a estas cuestiones.
La resiliencia es un proceso por el cual las personas tienen la habilidad de adaptarse a situaciones traumáticas, a tragedias; en definitiva, a sobreponerse a la adversidad y a ser capaces de seguir adelante, incluso, transformados. La investigación científica ha puesto de manifiesto que la resiliencia es común a todas las personas, en mayor o menor grado. Así lo demuestran sucesos acaecidos en la historia de la humanidad, como relató en su momento Viktor Emil Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco que sobrevivió en los campos de concentración de Auschwitz y Dachau, al describir en sus ensayos cómo en las condiciones más extremas el ser humano encuentra una razón para vivir.
Esta "capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite, sobreponerse al dolor emocional que producen y seguir proyectándose en el futuro, a pesar de los acontecimientos desestabilizadores o condiciones de vida difíciles, es innata a la persona", según Lecina Fernández, psicóloga clínica. Es decir, todo el mundo tiene la capacidad de resistir el golpe, sobreponerse y seguir adelante.
Pero, con esta capacidad, ¿se nace o se hace? Para esta experta, aunque en algunas personas está más acusada que en otras, "todos contamos con la capacidad de sobreponernos. La resiliencia no es una característica especial para una minoría, ni tampoco está reservada para personas extraordinarias, sino que es una respuesta natural, normal y frecuente en el ser humano. Forma parte de nosotros, parte de nuestra esencia, de nuestro objetivo y fin más primario: la supervivencia, sobrevivir, seguir siendo quien somos".
Pero no solo de resiliencia está hecho el ser humano. La resiliencia está asociada a unas características como el autoconocimiento, la autoestima, la independencia, la capacidad para relacionarse, la iniciativa, el buen humor y la creatividad, entre otras, y todas ellas forman parte, en mayor o menor intensidad, de las personas que se trasforman con el transcurrir de la vida. Sin embargo, es posible entrenarlas y mejorarlas. Por tanto "podemos afirmar que la resiliencia nace, se hace y se puede aprender", aclara Fernández.
¿Cómo o qué se puede hacer para aumentar la capacidad de sobreponerse a periodos de dolor emocional y situaciones adversas? Fernández precisa que hay que tener en cuenta que contar con esta fortaleza no significa que se sea invulnerable o que no afecte un acontecimiento sufrido. "La persona, después de pasar por una experiencia traumática, sufre un cambio que influirá en su modo de pensar y de actuar", expone.
Los autores que han investigado la resiliencia defienden que la experiencia traumática puede generar tres tipos de cambio: en relación a uno mismo, en las relaciones interpersonales y en la propia espiritualidad y filosofía de vida. Y ser consciente de ello ayuda a aumentar la capacidad de sobreponerse a la adversidad. "Tendríamos que reflexionar en lo sucedido y en los cambios vividos y, desde ahí, descubrir los pensamientos y emociones que nos ayuden a crecer", según la especialista. A veces, una persona puede descubrir sola; en otras ocasiones, necesitará la ayuda de su entorno o de un psicólogo para que dirija el camino hacia ese conocimiento personal.
En la década de los setenta, surgió el concepto de personalidad resistente de la mano del Dr. Salvatore R. Maddi (profesor de Psicología y comportamiento social de la Universidad de Harvard, EE.UU.) y la Dra. Suzanne Kobasa (investigadora de Universidad de la Ciudad de New York, EE.UU.). Este término proviene de la teoría existencial de la personalidad, y de ella se extraen dos ideas claves relacionadas con la resiliencia: que la persona, que no es solo un portador de rasgos internos y estáticos, construye su personalidad a través de sus acciones, y que la vida es un inevitable cambio asociado a situaciones de estrés.
Desde este enfoque, además, se pueden distinguir tres conceptos asociados a la resiliencia: el compromiso (cualidad de creer en el valor de uno mismo y de sus acciones), el control (la manera de pensar y de actuar ante situaciones, relacionado con el control de uno mismo y con su responsabilidad) y el reto (la creencia de que el cambio es inherente a la vida; esta cualidad proporciona una flexibilidad cognitiva que ayuda a la superación).
Fuente: www.DiarioSalud.net