Las enfermedades psicosomáticas son aquellas que se caracterizan por provocar síntomas físicos aunque sus causas sean fundamentalmente emocionales. En la enfermedades psicosomáticas la enfermedad es un reflejo de un estado de ansiedad importante. Un shock psicológico (una muerte, un divorcio, una separación, un accidente o la pérdida del empleo) puede debilitar nuestras defensas naturales y desencadenar una enfermedad.
Las enfermedades psicosomáticas representan más de la mitad de los casos que atienden los médicos y se estima que un 90% de todas las enfermedades se ven agravadas por las emociones negativas.
La úlcera de estómago fue la primera enfermedad cuyo origen se consideró psicosomático. Los problemas gastrointestinales son las enfermedades psicosomáticas más frecuentes. El hígado, los intestinos y el colon suelen ser los principales depositarios de las neurosis.
También las enfermedades de la piel, si no están vinculadas a una enfermedad o un virus, podrían tener un origen psicológico: la psoriasis, las verrugas, el herpes, la transpiración excesiva, la cuperosis y la aftas pueden aparecer como resultado de problemas emocionales.
La hipertensión arterial y las migrañas también podrían esconder un motivo emocional.
La lista no es exhaustiva ya que existen otras manifestaciones que pueden ser reveladoras de enfermedades psicosomáticas.
La respuesta es sí: los niños no están exentos de padecer enfermedades psicosomáticas. Al ser incapaces de expresar su malestar, los recién nacidos pueden manifestar su angustia a través de un eccema, el insomnio, la desregulación del sueño, los vómitos, el asma, los retrasos del crecimiento, etc. Sin embargo, sería muy reduccionista considerar que estos síntomas obedecen siempre a un desequilibrio psíquico del niño.
En algunos casos también la pérdida de la libido puede ser una manifestación de un problema emocional.
La evolución de algunos cánceres sería, según algunos científicos, atribuible a una alteración psíquica. El científico Lawrence Le Shan ha determinado que una soledad brutal, un shock emocional violento o un estado psicológico desesperado podrían intervenir en la morbilidad del cáncer.
La emotividad excesiva puede provocar problemas alimentarios. La bulimia y la anorexia son los principales ejemplos junto con el alcoholismo, la obesidad y las enfermedades cardiovasculares relacionadas con un consumo excesivo de grasas o azúcares.