El sedentarismo es actualmente el cuarto factor de riesgo de mortalidad en el mundo. A continuación un panorama sobre la relación entre la falta o la ausencia de actividad física y el desarrollo de diferentes patologías crónicas.
La Organización Mundial de la Salud define al sedentarismo como "el estado en el cual los movimientos son reducidos al mínimo y el gasto energético es próximo al reposo".
Se opone a la actividad física, que es definida según la OMS "como todo movimiento producido por los músculos esqueléticos, responsable de un aumento del gasto energético".
Las recomendaciones actuales preconizan actualmente la práctica de una actividad física regular de 30 min al día, 5 veces a la semana.
El sedentarismo afecta más frecuentemente a las personas que viven en un contexto socioeconómico desfavorable y es también asociado con el envejecimiento, la inactividad física que tiende a aumentar con la edad.
En 2002, la OMS clasifica al sedentarismo como uno de los principales factores de mortalidad entre las enfermedades no transmisibles, después de las enfermedades infecciosas. Es el cuarto factor de riesgo de mortalidad en el mundo.
El sedentarismo es, con los factores hormonales, la herencia y las costumbres alimentarias, un factor de riesgo importante de sobrepeso y de obesidad en el hombre, la mujer y el niño.
La obesidad es un gran factor de riesgo de desarrollar diferentes patologías, como diabetes de tipo 2, la hipertensión arterial, exceso de lípidos en la sangre o problemas cardiovasculares. Es también al principio de otros trastornos particularmente invalidantes, como el síndrome de apnea del sueño y las enfermedades articulares (artrosis).
El riesgo de padecer de una enfermedad coronaria es 1,8 veces más elevado en las personas sedentarias.
Con el tabaquismo, la hipertensión arterial y la obesidad, la inactividad física es un factor de debilitamiento de la función cardíaca. En una persona sedentaria, el corazón tiende a perder su potencia de contracción, recibe y envía menos sangre al cuerpo, abastece menos oxígeno a los músculos y a los órganos y se recupera menos rápido en caso de accidente cardiaco. Un modo de vida más activo, incluso en una edad media o avanzada, es asociado con tasas menos elevadas de defunción por enfermedades cardiovasculares.
Varios estudios epidemiológicos pusieron en evidencia la relación entre sedentarismo y riesgos aumentados de sufrir una diabetes de tipo 2. A la inversa, otros estudios mostraron que la práctica de una actividad física regular permitía prevenir la aparición de una diabetes de tipo 2.
Según un estudio francés de nutrición y salud realizada en 2006 y 2007, el sedentarismo es un factor de aumento de la presión arterial en ciertas poblaciones, como las mujeres obesas, las mujeres de menos de 55 años, los hombres de peso normal y entre 18 y 29 años.
El aumento de la actividad física y la reducción de los comportamientos sedentarios forman parte de los medios no medicamentosos que permiten prevenir la hipertensión.
Las personas sedentarias tienen un riesgo claramente mayor de cáncer del colon en comparación con las personas que tienen una actividad física importante, según varios estudios.
Asociado con la obesidad, el sedentarismo aumentaría el riesgo de cáncer del colon de aproximadamente 30 al 50 % y en la misma proporción, el riesgo de sufrir otros cánceres: cáncer de mama, cáncer de riñón y cáncer de endometrio.
El sedentarismo y la inmovilización prolongada debilitan el esqueleto, los huesos y favorecen el desarrollo de la osteoporosis.
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