La hepatitis C es una enfermedad hepática frecuentemente diagnosticada a raíz del hallazgo de elevación leve a moderada de las transaminasas en un paciente asintomático. La vía de transmisión más frecuente es la transfusión de sangre. Las pacientes infectadas por el virus de la hepatitis C frecuentemente son asintomáticas y se detectan por el hallazgo de elevación de transaminasas leve a moderado, en el rango de 1 a 10 veces el valor máximo normal.
La hepatitis C es una enfermedad hepática crónica causada por un virus RNA capaz de transmitirse por vía vertical al recién nacido en aproximadamente el 5% de las embarazadas infectadas.
Esta infección no afecta en forma significativa el curso del embarazo ni el pronóstico del recién nacido. No hay tratamiento antiviral específico durante el embarazo. No hay evidencias de que la vía del parto o la ausencia de lactancia disminuyan este riesgo. El pronóstico del recién nacido infectado es favorable.
Durante el embarazo a menudo disminuyen los niveles de transaminasas séricas en las pacientes con hepatitis C. Aproximadamente la mitad de las pacientes infectadas tienen transaminasas elevadas al inicio del embarazo, proporción que baja al 7% en el tercer trimestre. Por esta razón, el hecho de observar transaminasas normales durante el embarazo en una paciente con factores de riesgo para infección por virus C no descarta en absoluto la enfermedad. A pesar de esta normalización de transaminasas, algunos estudios han sugerido que el embarazo produce aumento de la actividad inflamatoria hepática en las pacientes infectadas.
La determinación de anticuerpos anti-hepatitis C es altamente sensible. Un examen negativo descarta, en la práctica, la enfermedad.
Los anticuerpos maternos son detectables en el recién nacido de una madre infectada, aún cuando no haya transmisión vertical del virus, por lo que en niños nacidos de madres infectadas, la serología debe realizarse no antes de los 15 meses de vida.
Una serología positiva debe confirmarse con un examen adicional. Actualmente el más utilizado es la detección del RNA viral circulante mediante PCR (polymerase chain reaction).
El virus de la hepatitis C no traspasa la barrera placentaria, y su transmisión, cuando ocurre, es en el período perinatal. La transmisión vertical se define convencionalmente como la persistencia de anticuaerpos anti-hepatitis C en el recién nacido por más de 12 meses.
Entre las condiciones que se asocian a un riesgo aumentado de transmisión, el más importante es la coinfección con virus de la inmunodeficiencia humana (HIV). Este factor aumenta el riesgo de transmisión a un 22%. Otro factor que aumenta el riesgo es una mayor carga viral. La lactancia materna no se relaciona al riesgo de transmisión vertical.
La vía del parto es un tema controvertido en la infección por hepatitis C. Algunos estudios han demostrado una mayor frecuencia de transmisión en parto por cesárea que vaginal (32 versus 6%). Sin embargo probablemente esto se deba a que un gran porcentaje de estas pacientes estaba coinfectadas por el HIV. En pacientes HIV-negativas, el riesgo parece ser similar entre la vía vaginal y cesárea. En la práctica, se aconseja a realizar cesárea sólo por indicaciones obstétricas en estas pacientes.
No existe un tratamiento antiviral específico para la hepatitis C durante el embarazo. La terapia recomendada actualmente (combinación de peginterferon y ribavirina) está contraindicada durante el embarazo. Tampoco existe ninguna intervención profiláctica (inmunoglobulinas o antivirales) en el recién nacido que disminuya la probabilidad de transmisión.
No hay evidencias de que la infección por hepatitis C produzca un aumento del riesgo de complicaciones del embarazo, particularmente la enfermedad hepática se mantiene clínicamente estable y no hay aumento del riesgo de malformaciones fetales.
Los recién nacidos de madres infectadas que adquieren la infección generalmente tienen un curso benigno, son asintomáticos y tienen transaminasas normales o levemente elevadas durante la infancia. El pronóstico a largo plazo no es conocido, pero es posible que sea similar al de los niños que adquieren la infección por transfusiones tempranamente en la vida.