El tétanos es una enfermedad infecciosa provocada por el Clostridium tetani o bacilo de Nicolaier. Es un bacilo muy resistente en el ambiente que puede sobrevivir sin oxígeno. Resiste años, incluso hasta cuarenta, fuera del alcance de la luz solar y en condiciones extremas. Puede habitar en el intestino de los animales y contaminar el ambiente a través de las heces. No puede provocar enfermedad si no penetra en el cuerpo humano a través de una herida.
Habitualmente penetra a través de heridas provocadas por traumatismos (golpes, cortes o mordeduras), que además suelen ser sucias al contaminarse con tierra o compuestos orgánicos.
Sin embargo, también puede llegar a producir la enfermedad por la penetración a través de heridas pequeñas y limpias o incluso en otras circunstancias, como sucede en partos acontecidos en condiciones de falta de higiene.
El germen penetra en forma inactiva o esporas: si en los tejidos contaminados encuentra las condiciones adecuadas (falta de oxígeno especialmente), comienza a germinar transformándose en formas activas. Entonces, secretan una toxina potencialmente perjudicial para el sistema nervioso. Esta toxina se propaga a través de las terminaciones nerviosas, alterando su función. Interrumpe la acción de ciertos neurotransmisores que actúan inhibiendo la activación controlada de las neuronas motoras. Debido a este proceso, se produce una estimulación o hiperactivación incontrolada de las neuronas motoras.
Al activarse las motoneuronas aparece el cuadro clínico conocido como tétanos. Cursa con contracción generalizada de los músculos del cuello, tronco y extremidades por la que el paciente adquiere una postura rígida en arco. Esas contracciones musculares pueden llegar a provocar lesiones óseas, incluso fracturas vertebrales, y desgarros. Además, se contraen los músculos masticadores, siendo incapaz el enfermo de abrir la boca y adquiriendo la cara el aspecto de una sonrisa denominada risa sardónica. Aparecen también convulsiones producidas por cualquier estímulo (luz o sonido).
El periodo de incubación depende de la distancia que tiene que recorrer la toxina, oscilando alrededor de los catorce días. Si la cantidad de toxina es elevada la diseminación puede ser más rápida. La mortalidad es elevada, siendo la causa más habitual del fallecimiento una parada respiratoria o arritmia severa. Existen otras formas clínicas más leves conocidas como tétanos local.
En el caso de una herida sucia, debe administrarse una gammaglobulina que neutralice la posible presencia de la neurotoxina. Si la vacunación se recibió hace más de cinco años o se tienen dudas acerca de que se haya realizado de forma correcta, debe iniciarse una nueva.
En España se describen pocos casos cada año, alrededor de veinticinco, y habitualmente en personas mayores de cincuenta años no inmunizadas. La prevención se basa en una correcta vacunación y en la limpieza de las heridas producidas especialmente en un ambiente de suciedad.
La vacuna está incluida en el calendario escolar. Si existen dudas acerca de haberla recibido completamente, conviene volver a vacunarse o iniciarla de nuevo. Existe también un tratamiento mediante antitoxina que puede neutralizar a la toxina del bacilo.
Todos los niños deben ser vacunados aproximadamente a los 2, 4 y 6 meses junto con otras vacunas (trivalente), a los 18 meses, y posteriormente entre los 4 y 6 años, se administran dosis de recuerdo. Estas dosis de recuerdo deben repetirse cada 5 ó 10 años.
En los países subdesarrollados, pueden observarse estos casos con cierta frecuencia, incluso una forma especialmente dramática denominada "tétanos del neonato". Es una forma de tétanos que afecta a los recién nacidos como consecuencia de un parto no realizado en las adecuadas condiciones higiénicas.