La depresión, un malestar de nuestra época, se traduce como la inestabilidad del estado de ánimo de la persona afectada. Por lo general, el desarrollo constituye una forma de depresión o trastornos de ansiedad nerviosa. Puede ser un estado de profunda tristeza o un malestar profundo que puede lleva a la exasperación. Entonces, se habla de síndrome depresivo, cuando un ataque de nervios es una etapa depresiva duradera.
La depresión se vincula a situaciones anormales de fuerte estrés físico y psicológico; además de ciclos crónicos, a menudo debido al consumo de drogas o alcohol. El agotamiento nervioso está principalmente relacionado con la ansiedad y puede dar lugar a situaciones de depresión nerviosa.
Entre las causas que se pueden atribuir al síndrome depresivo están las fobias, un trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno obsesivo-compulsivo, el estrés postraumático, bullying y, en las mujeres embarazadas, la llamada depresión post-parto.
En el marco del síndrome depresivo, puede verse una pérdida de placer al hacer todo tipo de actividades; pensamientos suicidas y oscuros; retraso psicomotor, en particular, en el cumplimiento de las tareas diarias; tristeza generalizada; astenia (fatiga); trastornos de la alimentación (como anorexia); insomnio y los problemas relacionados con la concentración y la conducta; la pérdida de la autoestima (autopercepción degradada); sentimiento de culpa y inutilidad significativo. Estos síntomas son particularmente signos que indican un síndrome depresivo. En función de su evolución con el tiempo, el episodio depresivo puede ser corto, aislado, estacional o crónico.
El diagnóstico de la depresión se puede hacer cuando al menos cinco de los síntomas descritos anteriormente están presentes. Un cuestionamiento al paciente y un examen son necesarios para establecer el diagnóstico. Asimismo, el estado general y el comportamiento del paciente son buenos indicadores de la presencia de la enfermedad.
Si se trata de un episodio depresivo aislado, la medicación no es obligatoria ya que las sustancias que se utilizan no están exentas de efectos secundarios. En el caso de un episodio depresivo mayor o un síndrome depresivo crónico, el tratamiento incluye tomar antidepresivos y sesiones psicológicas. Al principio, es importante controlar a las personas con depresión. De hecho, durante los primeros quince días de la toma de los fármacos antidepresivos, se experimenta un fenómeno llamado levantamiento de la inhibición, durante el cual pueden aparecer actos suicidas. Además de apoyo médico, pueden aplicarse de forma simultánea otras terapias, como los grupos de ayuda que tienen como objetivo restaurar la autoestima y trabajar sobre la imagen corporal.
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