Los desechos de los ácaros son los responsables de los síntomas que presentan quienes sufren de alergia a estos insectos.
Los ácaros son unos microscópicos insectos que viven en el polvo. Se encuentran en casi todos los hogares y no pican, pero ciertas personas son sensibles a ellos y sufren reacciones alérgicas.
Los ácaros son los responsables de la mitad de los síntomas alérgicos. Son los restos de los ácaros muertos y sus deposiciones los que provocan las alergias. En una habitación con un 85 % de humedad, los ácaros comen 5 veces más y producen 5 veces más de deyecciones alérgicas.
Su inhalación provoca síntomas respiratorios como rinitis, conjuntivitis o asma y sus equivalentes (tos seca, bronquitis crónica).
Los ácaros también generan manifestaciones a nivel de la piel. Su contacto con la piel causa eczema, llamada también dermatitis atópica.
Los síntomas provocados por la alergia a los ácaros tienen su punto más intenso en otoño y se prolonga durante el invierno porque, durante este periodo, los apartamentos están menos aireados y más calientes.
Airear la habitación todos los días, ya sea invierno o verano, de 30 a 60 minutos cada día. Cambiar las sábanas cada semana y lavarlas a la máxima temperatura posible. Pasar la aspiradora mínimo 2 o 3 veces por semana. Lavar cada mes las almohadas, los edredones y las mantas a la temperatura más alta posible.
Se recomienda guardar la ropa en un armario y meter los peluches una noche al mes en el congelador envueltos en una bolsa de plástico. Mantener la temperatura en la habitación de 18 a 19 grados como máximo y una humedad del 50 % al 60 %. Limpiar el polvo con un trapo húmedo y con aspirador que tenga un filtro adecuado.
Evitar las literas, ya que el niño que duerme en la cama de abajo inhala más ácaros que provienen del colchón superior. Eliminar los radiadores eléctricos con ventilador. Preferir las bases de la cama de látex, así como almohadas y edredones de materiales sintéticos para evitar las plumas, que es donde se alojan los ácaros. Usar fundas antiácaros para envolver colchones y almohadas.
Ventilar la casa todos los días. Abrir puertas y ventanas para hacer corriente de aire. Airear los colchones cada 15 días o cada mes, como máximo. Lavar la ropa de cama una vez por semana, incluidas las fundas. Es mejor que en la habitación no hayan alfombras ni moqueta. Disminuir la humedad de la casa, especialmente en la habitación de dormir, con la ayuda de aire acondicionado o un deshumidificador. Utilizar acaricidas o spray antiácaros que matan los ácaros, pero no eliminan sus restos por lo que después es necesario hacer una limpieza profunda. Evitar los sitios dónde se acumule polvo.
Además de las medidas descritas en los párrafos anteriores, una de las plantas que combate los síntomas de la alergia al polvo es el tomillo. La infusión se prepara con una cucharadita de planta seca por taza y agua muy caliente sin hervir. Tapar la taza y dejarla reposar durante 5 minutos. Después se debe colar y beber poco a poco. Otro tratamiento que se puede utilizar es la salvia que se prepara igual que el tomillo. También los vahos con aceite esencial de eucalipto son un remedio muy útil. La mantecona (Petasites hybridus) es una planta que, tomada en infusión, es muy eficaz para mejorar los síntomas de la alergia.
Existen varios tipos de picaduras de ácaros. Las niguas o ácaros de la cosecha son los responsables más frecuentes. Son larvas de ácaros ubicuos, excepto en regiones áridas; muerden, se alimentan en la piel y luego se desprenden. En algunos países esta familia de ácaros pueden transmitir la Orientia tsutsugamushi. Estos ácaros no excavan en la piel, pero como son tan pequeños son difíciles de detectar sobre la superficie de la piel.
Las especies de ácaros que pican y penetran en la piel son el Sarcoptes scabiei (responsable de la sarna o escabiosis) y los ácaros Demodex, que provocan una dermatitis parecida a la sarna.
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