Más de la mitad de las personas mayores de 50 años se quejan de que pierden la memoria. Pero no todos estos olvidos están relacionados con la enfermedad de Alzheimer.
Aún no se conoce la causa concreta de esta enfermedad, pero parece que pueden ser varias. Sin embargo, se han identificado una serie de factores de riesgo genéticos y, sobre todo, ambientales que podrían provocar la aparición de alzhéimer.
Los síntomas leves no deben preocupar. Sin embargo, pueden animar a quienes los padecen a practicar una serie de ejercicios con el fin de evitar que se agraven. Entre los síntomas leves pueden aparecer los siguientes: olvidar dónde dejó las llaves, una cita o en qué día estamos; tener la palabra en la punta de la lengua sin llegar a decirla; equivocarse al rellenar los documentos administrativos como un folleto de impuestos; perderse en lugares conocidos; encontrarse en un cuarto y haber olvidado qué debía hacer; dificultad para recordar información aprendida; u olvidar un nombre, las gafas o un objeto.
Los síntomas más graves que pueden hacer sospechar sobre la enfermedad de Alzheimer son: guardar los objetos de la vida cotidiana en lugares extraños (por ejemplo, las llaves o el monedero en el frigorífico); perder constantemente la noción del tiempo, no saber ni el día ni el mes en que estamos; olvidar sistemáticamente las citas o los nombres de los allegados; olvidar la forma de utilizar las palabras y las palabras más comunes, utilizar palabras que no tienen sentido dentro de una frase; hacer varias veces la misma pregunta; incapacidad para rellenar los documentos; no recordar sucesos recientes; la imposibilidad de acordarse de la información aprendida; los giros repentinos de carácter o los cambios bruscos de humor; o no reconocer a la gente (ni siquiera a sus allegados).
Primera etapa o leve: suele durar aproximadamente 3 años. Se caracteriza por síntomas leves y olvidos como no recordar qué se ha comido, una conversación reciente o desorientarse en lugares conocidos.
Segunda etapa o moderada: tiene una duración de unos 3 años. Los síntomas de pérdida de memoria se agravan, aparecen problemas del lenguaje (afasia), dificultades para realizar funciones previamente adquiridas (apraxia) o reconocimientos que previamente se tenían (agnosia). También puede aparecer apatía o alucinaciones auditivas (oír sonidos que no son reales) o visuales (ver a personas que no existen o ya murieron).
Tercera etapa o grave: cursa con pérdida de las facultades cognitivas, apatía profunda, rigidez muscular, cambios importantes en la personalidad y pérdida de la autonomía (el paciente no se puede vestir ni alimentar si no es con ayuda de otra persona).
Para hacer un diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer se requiere una evaluación médica cuidadosa que incluya un historial médico completo, una evaluación del estado mental, un examen neurológico y físico, además de ciertas pruebas médicas como análisis de sangre y técnicas para obtener la imagen cerebral con el objetivo de descartar otras causas parecidas a las de la demencia. Es importante destacar que no todas las personas que tienen problemas de memoria tienen el mal de Alzheimer, ya que pueden tener otras causas, como una depresión, problemas de tiroides, el abuso de alcohol o falta de algunas vitaminas.
Para prevenir la aparición de esta enfermedad se aconseja ejercitar la memoria, la capacidad cognitiva y adoptar hábitos saludables.
Se recomienda controlar los niveles de colesterol y azúcar, así como la presión arterial. En cuanto a la dieta se recomienda aumentar el consumo de ácidos grasos monoinsaturados buenos como nueces, cacahuetes, almendras, pistachos, aguacates, canela, o aceitunas. Ingerir poliinsaturados como omega 3 y alimentos de hojas verdes, otros nutrientes como la vitamina E, vitamina B12 y vitamina B9 (ácido fólico) en alimentos como judías, vegetales verdes y naranjas. Se recomienda reducir el consumo de carnes rojas, alimentos refinados, mantequillas y grasas derivadas de lácteos.
Hacer ejercicio físico de forma regular y dormir bien son imprescindibles. Incrementar las actividades cognitivas y aprender nuevas cosas: hablar idiomas, tocar instrumentos musicales, leer con frecuencia y tener más actividad social. Practicar juegos intelectuales como ajedrez, crucigramas, rompecabezas o sudokus.
La incidencia del mal del Alzheimer aumenta con la edad, pero también se produce en pacientes menores de 65 años de edad. Se denomina alzhéimer precoz y, por lo general, afecta a pacientes con antecedentes de Alzheimer en su familia directa. La afectación de las funciones mentales no se limita a la pérdida de memoria, sino que se extiende hacia otras funciones que realiza el cerebro hasta provocar la pérdida de autonomía del paciente.
Es importante descartar otros posibles orígenes en estos pacientes, como enfermedades del sistema nervioso que provocan déficit de memoria y cognitivo como la enfermedad cerebrovascular, la enfermedad de Parkinson, la corea de Huntington, un hematoma subdural, una hidrocefalia normotensiva o un tumor cerebral. También otras enfermedades que pueden provocar demencia como el hipotiroidismo, la deficiencia de ácido fólico, vitamina B12 y niacina, la hipercalcemia, la sífilis o la infección por VIH.
Para el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer existen tres medicamentos que han sido aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés). Son los llamados inhibidores de la colinesterasa y su objetivo es controlar los síntomas de esta enfermedad. Los mas prescritos son Donepezil (Aricept), para todas las etapas de alzhéimer, Rivastigmine (Exelon), para el alzhéimer leve o moderado, y Galantamine (Razadyne), para la etapa leve o moderada.
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