Investigadores australianos publicaron un estudio en la revista "Medicine & Science in Sports & Exercise" en el que concluyen que la práctica de tres sesiones de 30 minutos de bicicleta estática a la semana permitían disminuir el dolor, pero también disminuir el consumo de medicamentos analgésicos.
Los investigadores compararon la sensibilidad al dolor de 12 adultos en buen estado de salud, pero que no practicaban deporte y eran inactivos pero que aceptaban comprometerse a un programa de entrenamiento físico, con 12 adultos de la misma edad, en buena salud pero que permanecían inactivos el resto de las seis semanas del estudio.
La práctica de una actividad física regular permite al organismo efectuar esfuerzos regulares que provocan una mayor tolerancia al dolor elevando su umbral de percepción. Hablamos en este caso de un efecto analgésico que disminuye el dolor. En efecto, los que efectúan esfuerzos físicos se acostumbran progresivamente a soportar los dolores que aparecen en el transcurso de la actividad física deportiva, lo que les permiten soportar mejor otros tipos de dolores estén en un plano físico o psicológico.
Los investigadores concluyeron que la práctica de 3 sesiones de bicicleta estacionaria a la semana permitía un efecto analgésico y mayor tolerancia al dolor fuera del entrenamiento.
Los autores del estudio australiano distinguieron dos umbrales diferentes de dolor. Uno a partir del cual los voluntarios sentían el dolor y el otro a partir del cual este dolor se volvía insoportable.
El primer umbral de dolor varía de una persona a otra pero es relativamente idéntico para la misma persona. Esta prueba es efectuada con la ayuda de un aparato que provoca una presión creciente sobre la piel.
Este segundo umbral determina la tolerancia el dolor y depende de cada persona.
Dos técnicas son utilizadas para determinar estos umbrales, la primera es idéntica a la detección del primer umbral y la segunda se efectúa con la ayuda de un brazalete de presión que se infla progresivamente, provocando una rápida sensación de dolor insoportable.
Al cabo de seis semanas, cuando los 24 voluntarios rehicieron las pruebas, los umbrales no se habían movido para el grupo inactivo mientras que una modificación había aparecido en el grupo que había hecho deporte ya que su tolerancia al dolor había aumentado. Los voluntarios sentían siempre el mismo dolor provocado por la presión, pero conseguían tolerar una mayor presión antes de que se vuelva insoportable.
Estos trabajos realizados en 24 personas, podrían si fueran efectuados en un número más grande, evaluar y confirmar que enfermos que presentan por ejemplo lumbalgias podrían mejorar consumiendo menos medicamentos analgésicos.
Muchas personas ignoran que la actividad física y el deporte pueden ayudar a prevenir la aparición de numerosas enfermedades como la diabetes, la hipertensión arterial, la obesidad, las lumbalgias, la enfermedad de Alzheimer, el cáncer o la osteoporosis. El deporte también mejora las condiciones físicas y el bienestar físico y psicológico.
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