La esteatosis hepática, también conocida como hígado graso, es una afección que se caracteriza por la acumulación de grasa en las células del hígado. Se debe, principalmente, a los alimentos demasiado ricos en lípidos o al consumo crónico de alcohol, incluso puede evolucionar hacia la cirrosis. De ahí la importancia de curar adecuadamente.
La esteatosis hepática se debe a la penetración de células lipídicas dentro de la glándula hepática. Los triglicéridos se aglomeran en las células hepáticas sin causar daño, excepto en ciertos casos.
Este tipo de esteatosis muestra una acumulación de grasa en el hígado que no causa daño a las células hepáticas en particular. Sin embargo, puede caracterizarse por la manifestación más grave de cirrosis o cicatrización del hígado.
El hígado graso causado por el consumo elevado de alcohol causa una tasa significativa de triglicéridos en la sangre.
Cuando se afecta todo el tejido hepático, se habla de esteatosis hepática difusa que, generalmente, corresponde a una etapa avanzada de la esteatosis. En estos casos, el hígado puede parecer más grande a la palpación abdominal y ser responsable de una cierta área de sensibilidad o dolor.
El hígado graso puede ser secundario a dietas demasiado ricas en lípidos, pero en su etapa difusa es más probable que la causa sea un alcoholismo crónico. Una radiografía o ecografía pueden confirmar el diagnóstico y monitorear la evolución. Para evitar que evolucione hacia una cirrosis hepática, dejar de beber y mejorar los hábitos alimenticios es esencial.
Son muchos los factores relacionados con la enfermedad de hígado graso, como la obesidad, la diabetes, la hiperlipidemia, la intoxicación alcohólica, el embarazo o el síndrome metabólico (hipertensión arterial, diabetes, hipercolesterolemia). La cirugía abdominal y tomar ciertos medicamentos como los corticosteroides o los antirretrovirales pueden favorecer la aparición de esteatosis hepática no alcohólica. La esteatosis también puede ocurrir debido a la falta de proteínas (la esteatosis se observa en poblaciones del tercer mundo y en dietas vegetarianas), la pérdida rápida de peso o durante el embarazo.
Por lo general, la esteatosis hepática no tienen ningún síntoma, de esta forma se habla de una enfermedad asintomática. A una escala más pequeña, se puede observar un aumento en el volumen del hígado, una sensación de malestar en el abdomen cerca del hígado, una sensibilidad del hígado durante la palpación, náuseas y vómitos.
El diagnóstico del hígado graso es a través de una palpación, que tiene como objetivo descubrir hepatomegalia, mientras que una radiografía (ecografía o resonancia magnética) permite identificar los depósitos de grasa en el organismo. Un examen de sangre adicional verifica si el sufrimiento del hígado ha comenzado y permite monitorizar el diagnóstico precoz de la cirrosis.
Los tratamientos permiten tratar las causas de la esteatosis y apoyar a alguna manifestación. En caso de obesidad, se recomienda realizar una dieta y actividad física de manera regular; tratar la diabetes y el colesterol; eliminar los medicamentos en tela de juicio; y controlar el consumo excesivo de alcohol. Si el paciente es diabético, el cuidado y control glucémico será reforzado. El alcohol debe prohibirse para evitar una rápida evolución hacia la cirrosis y, con esto, los alimentos altos en grasa. Si el hígado graso se debe a la ingesta de medicamentos, estos deben suspenderse.
Para evitar el hígado graso es bueno seguir un estilo de vida saludable, que incluye un consumo moderado de alcohol (la causa principal de esta enfermedad), una dieta sana, alta en fibra y baja en grasas, a la que se suma el ejercicio regular.
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