Síntomas, causas y tratamiento de la enfermedad de Parkinson

El mal de Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que afecta al sistema nervioso central y causa una pérdida irreversible de las neuronas localizadas en la sustancia negra.

Qué es la enfermedad de Parkinson

La enfermedad de Parkinson se define como una patología neurodegenerativa crónica, de evolución lenta, que afecta al sistema nervioso central. La enfermedad es una degeneración prematura, progresiva e irreversible de algunas neuronas que conforman la sustancia negra del cerebro, responsables de una deficiencia de dopamina en el origen de sus síntomas: temblores, lentitud de movimiento y rigidez muscular. Inicia entre los 45 y 70 años de edad y los primeros síntomas no aparecen hasta después de los 5 a 10 años del comienzo de la enfermedad.

Qué causa la enfermedad de Parkinson

Las causas de la enfermedad de Parkinson aún no se han determinado. Se sospecha de una predisposición genética en los jóvenes menores de 45 años, además de factores ambientales tóxicos como pesticidas o metales pesados. La combinación de estos dos factores, genéticos y ambientales, parece ser el mayor factor de riesgo para la aparición de la enfermedad: la fragilidad genética podría causar la destrucción y la disminución de las neuronas dopaminérgicas, situación agravada por la presencia de sustancias tóxicas en el ambiente. Incluso la aparición de un trauma grave puede ser la hipótesis que clarifique la aparición de la enfermedad. Algunas patologías se asemejan a la enfermedad de Parkinson, pero no están relacionadas con la degeneración de las neuronas dopaminérgicas: los síndromes parkinsonianos incluyen la enfermedad de Wilson (debido al exceso de cobre en el organismo), otros trastornos neurológicos, algunas formas de demencia y la ingesta de algunos medicamentos antipsicóticos.

Cómo se produce la enfermedad de Parkinson

La fisiopatología de la enfermedad de Parkinson ayuda a entender cuáles son los mecanismos que empeoran la condición. Actualmente, se sabe que la enfermedad proviene de un mal funcionamiento del Locus Niger (sustancia negra), el principal ganglio basal del cerebro. De hecho, los ganglios grises centrales constituyen el sistema extrapiramidal, es decir, el control del tono muscular y de los movimientos reflejos, involuntarios. En la enfermedad de Parkinson, el Locus Niger cesa lentamente de secretar dopamina, un neurotransmisor que juega un papel clave en la gestión de los movimientos. Los primeros síntomas de la enfermedad de Parkinson son visibles cuando, aproximadamente, la mitad de las neuronas dopaminérgicas se han ido.

Cómo evoluciona la enfermedad de Parkinson

La evolución de la enfermedad de Parkinson se evidencia al inicio para una sola parte del cuerpo, a continuación para dos y, por último, los problemas se agravan progresivamente. Los fármacos permiten una cierta desaceleración de la evolución que, a su vez, se modifica.

Síntomas de la enfermedad de Parkinson

Lentitud, rigidez y temblores son los síntomas que caracterizan a la enfermedad de Parkinson, probablemente acompañada de otros síntomas.

Enfermedad de Parkinson con temblor

La primera señal, que afecta a 3 de cada 4 casos, son los temblores incontrolables en la persona afectada. Por lo general, primero aparecen en una mano, en el pulgar, y luego se extiende a la cabeza y las piernas. Estos temblores surgen particularmente en reposo, cuando no se está haciendo ningún movimiento voluntario y en etapas de angustia y estrés. Los temblores, lentos y regulares, se propagan desde el cuello y la cabeza. Desaparecen durante los movimientos voluntarios o al dormir, pero se agravan cuando se hace un gran esfuerzo mental, como al hacer cálculos. Los temblores, sin embargo, no son un diagnóstico definitivo de esta enfermedad. De hecho, la enfermedad de Parkinson puede ocurrir sin manifestarse este síntoma y ​​los temblores pueden ser secundarios a otras patologías.

Rigidez muscular en la enfermedad de Parkinson

La rigidez de las articulaciones es uno de los otros síntomas de la enfermedad de Parkinson. La rigidez va acompañada de dolores y tensiones musculares y de los tendones. El paciente sufre de dificultades al realizar ciertos movimientos y tiene la tendencia a ser menos activo. Es muy tenso y curvado, además la rigidez afecta frecuentemente a los músculos de la columna, la nuca y las articulaciones de los miembros.

Bradicinesia y la enfermedad de Parkinson

La bradicinesia es la aparición de movimientos lentos, espasmódicos, rígidos y raros, que acompañan los temblores. Representan los síntomas más característicos de la enfermedad y alteran significativamente las expresiones y los movimientos de los pies y la cara. El rostro de la persona parece impasible e inexpresivo, con la boca medio abierta, los ojos pequeños y los párpados cierran por completo rara vez. El caminar es generalmente lento y realizado con pequeños pasos. El paciente se ve obligado a detenerse y, a veces, parece que marcha en su lugar, con los brazos oscilantes junto a su cuerpo. Si debe caminar más rápido, el paciente se inclina hacia adelante, encorvado. También aparece el dolor causado por los síntomas motores.

Síntomas fisiológicos de la enfermedad de Parkinson

El estreñimiento aparece de manera frecuente debido a la disminución de la movilidad gástrica. La diarrea y náuseas pueden ocurrir cuando se toman medicamentos. También los problemas durante la salivación excesiva y la deglución. Una reducción de la presión sanguínea provoca, en una posición vertical, mareos, dolor de cabeza y malestar general. La sensación frecuente de orinar se observa porque la vejiga tiende a contraerse, cuando apenas está llena. Otros numerosos síntomas fisiológicos, como la pérdida del olfato o problemas del sueño, podrían aparecer de manera repentina. Así como los cambios en el tono de voz, la escritura y la dificultad en la articulación de las palabras.

Consecuencias de la enfermedad de Parkinson

Depresión, apatía, falta de interés, ansiedad están presentes a menudo en las personas afectadas. Los episodios de confusión, pérdida de memoria, así como otros trastornos mentales pueden aparecer durante la evolución de la enfermedad. La pérdida de deseo, problemas de erección y frigidez también se observan.

Cómo se diagnostica la enfermedad de Parkinson

Establecer un diagnóstico para la enfermedad de Parkinson es difícil, debido a que los síntomas aparecen de forma progresiva y otras enfermedades pueden causarlos. Se necesita combinar más signos clínicos y algunos exámenes se pueden aplicar para eliminar otra enfermedad responsable del síndrome de Parkinson. Una tomografía computarizada o resonancia magnética y un análisis de sangre se realizan frecuentemente. A menudo, una mejora inicial de los síntomas bajo tratamiento es un argumento a favor del diagnóstico de la enfermedad de Parkinson.

Tratamiento para la enfermedad de Parkinson

No existe un tratamiento que pueda curar definitivamente a las personas que sufren de la enfermedad de Parkinson. Los medicamentos existentes, combinados con una dieta adecuada, permiten vivir mejor con la enfermedad. Fármacos antiparkinsonianos, antagonistas de la dopamina o L-Dopa, se utilizan mucho en un momento posterior de la enfermedad o para los ancianos. El medicamento tiene efectos secundarios cuando se toma a largo plazo. A esto, se añaden las sesiones de fisioterapia que ayudan a luchar contra la deformación causada por la rigidez y acinesia. La fisioterapia tiene el objetivo de reeducar los movimientos y equilibrar la movilización de los músculos afectados.

Medicamentos de la enfermedad de Parkinson

Los fármacos deben prescribirse lo más tarde posible, especialmente en las personas mayores. Se dividen en fármacos antagonistas de la dopamina y los medicamentos que tratan otros problemas no motores, como trastornos del sueño, memoria, estado de ánimo y el habla, entre otros. Son específicos en función del paciente y los síntomas que se quieran apaciguar, estos fármacos se administran con base en las manifestaciones extrapiramidales y a la tolerancia del paciente. Se desaconseja tomar dosis altas y durante periodos largos debido a los efectos secundarios que pueden derivarse. Al mismo tiempo, es bueno cumplir con el horario de ingesta de los fármacos y evitar detener repentinamente el tratamiento. Los efectos pueden tardar en manifestarse en algunos casos. Consultar al médico para cualquier cambio en la dosis y prescripciones posteriores para curar los otros síntomas secundarios, como la gastritis, entre otros.

Terapias para la enfermedad de Parkinson

En apoyo, o como alternativa a los medicamentos prescritos, se puede considerar la rehabilitación del habla, que permite tratar la disartria, los problemas del lenguaje y la respiración; la ergoterapia, o terapia ocupacional, en el hogar con el fin de reducir al mínimo la pérdida de autonomía de los enfermos. Para combatir la rigidez muscular, se puede proponer los tratamientos térmicos específicos, que también permiten liberar al paciente de su aislamiento.

Complicaciones de la enfermedad de Parkinson

Durante la evolución de las complicaciones de la enfermedad que pueden ocurrir, se encuentran la casi nula movilidad del paciente, el empeoramiento del equilibrio y la discapacidad causada por problemas con la deglución y el habla, que son cada vez más complicados conforme empeora la enfermedad en sí. Por otra parte, además de esta situación, el paciente tiene una tendencia a ser más depresivo, confuso y a desarrollar una cierta demencia, que se caracteriza por problemas de memoria, episodios de delirio, manifestaciones que necesitan tomar una posición y cuidado constante. Aumenta la necesidad de orinar siempre, también pueden aparecer úlceras, infecciones pulmonares, baja presión arterial, dolores de cabeza, mareos y una serie de problemas infecciosos que pueden complicar la condición del paciente. La evolución de la enfermedad, de acuerdo con una escala unificada para evaluar la enfermedad de Parkinson (UPDRS, por sus siglas en inglés), puede involucrar, en fases graves de la enfermedad, la admisión a un hogar de cura específica, con el único propósito de apoyar al paciente a nivel psicológico y físico.

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