La enfermedad de Parkinson es un trastorno crónico que afecta el sistema nervioso central y evoluciona lentamente. Ocurre una degeneración prematura, progresiva e irreversible de las neuronas de la sustancia negra que provoca alteraciones esencialmente motrices.
La edad a la que aparece la enfermedad de Parkinson es en la mayoría de las veces entre los 45 y 70 años. Transcurren entre 5 y 10 años antes de la aparición de los primeros síntomas.
La enfermedad de Parkinson evoluciona lentamente e insidiosamente. La evolución de la enfermedad depende mucho de la rapidez de la puesta en ejecución de los tratamientos medicamentosos. Desafortunadamente, acaba poco a poco en una agravación de los síntomas.
Permanecer activo y adoptar una actividad física de manera regular es probablemente la primera medida a adoptar para conseguir vivir mejor con la enfermedad de Parkinson.
El aislamiento y el ensimismamiento sobre sí sólo harán agravar los síntomas y contribuirán a la aparición más precoz de complicaciones.
La práctica regular de una actividad física permite mantener una movilidad y una buena flexibilidad así como un mejor equilibrio. También permite aumentar la secreción natural de dopamina que es disminuida en esta patología. Además, la actividad física regular participa a evitar la aparición de una depresión.
Tomar aire fresco y exponerse moderadamente al sol permite subsanar un déficit de vitamina D, esencial para preservar el capital óseo
Mientras más evoluciona la enfermedad de Parkinson, el caminar se vuelve cada vez más difícil, provocando un riesgo más importante de caídas.
Escoger buenos zapatos, evitar suelas resbaladizas, aprender a caminar haciendo grandes pasos y levantando bien las piernas contribuyen en la prevención de las caídas en las personas afectadas por la enfermedad de Parkinson.
Un examen ergoterapéutico permite contemplar organizaciones indispensables en el domicilio del enfermo con el fin de evitar las caídas y de mantenerlo en su casa.
Esto permite acondicionar el lugar de vida con el fin de evitar los objetos y los elementos que podrían contribuir a las caídas como por ejemplo retirando las alfombras, alumbrando bastante las habitaciones, instalando barandas en los baños y rampas en las escaleras y verificando el buen funcionamiento de los aparatos electrodomésticos.
Pensar disminuir el consumo de ácidos grasos saturados como las carnes rojas por ejemplo. Favorecer una alimentación a base de frutas de verduras y cereales enteros y consumir bastantes fibras alimentarias con el fin de evitar el estreñimiento.
Cuando el enfermo experimenta dificultades en masticar sus alimentos, hay que prepararle pequeños bocados y batir los alimentos más consistentes antes de consumirlos.
Es indispensable que la persona afectada por la enfermedad de Parkinson beba por lo menos 1 litro de agua al día con el fin de hidratarse correctamente.
Los trastornos del habla afectan a todos los pacientes con la enfermedad de Parkinson. Estas manifestaciones son más o menos severas pero pueden participar en el aislamiento de los enfermos. Una reeducación ortofónica precoz permite ayudar al enfermo a hablar mejor, deglutir y escribir para facilitar la comunicación.
Diferentes ejercicios, vocales y articulatorios, que demandan una participación activa, son propuestos a los enfermos que deben continuar su reeducación en su casa.
Aprender a relajarse con el fin de disminuir los episodios de gran estrés que agravan los temblores efectuando por ejemplo yoga o la relajación.
La kinesiterapia forma parte integrante del tratamiento y debe iniciarse lo más antes posible desde el diagnóstico.
La kinesiterapia permite luchar contra las deformaciones provocadas por la rigidez y la acinesia. La kinesiterapia consiste en una reeducación del caminar, del equilibrio y de la movilización de todos los músculos.