La placenta previa designa una posición anormal de la placenta en el útero durante el embarazo. En este caso se encuentra situada en la parte inferior del útero, y por lo tanto muy baja en relación a su ubicación natural. El principal riesgo es la hemorragia debida al desprendimiento de la placenta, lo que puede ocurrir de forma espontánea al final del embarazo o complicar el parto. Entre los factores que provocan la formación de la placenta previa encontramos la avanzada edad de la madre, las malformaciones uterinas, los antecedentes de problemas uterinos, los embarazos múltiples ...
La placenta previa generalmente no es responsable de ningún síntoma y puede ser descubierta más tarde, durante una ecografía. La placenta previa suele manifestarse habitualmente con un sangrado vaginal que aparece en el último trimestre del embarazo. Estos sangrados uterinos no causan dolor, y a veces aparecen en un contexto de un contacto sexual o de una contracción.
La posición baja de la placenta en el útero puede ser detectada mediante una ecografía durante el control del embarazo. Si el sangrado aparece durante el último trimestre del embarazo, la ecografía es el primer exámen a practicar; el tacto vaginal se debe evitar ya que puede causar hemorragias graves. La ecografía confirma el diagnóstico y especifica la ubicación exacta de la placenta, en particular en relación con el orificio del cuello del utero al que puede recubrir a veces completamente. Otro examen que se hace con frecuencia es la llamada électrocardiotocografia externa, y no está destinado a diagnosticar la placenta previa sino a evaluar el estado de sufrimiento potencial del feto: registra el ritmo cardíaco fetal.
Dependerá de un cierto número de criterios: lo avanzado que esté el embarazo, la importancia de las hemorragias, la posición de la placenta en el útero determinada por la ecografía, el sufrimiento del feto o de la madre, si se ha iniciado o no el trabajo de parto,...La mayoría de las veces se requiere la hospitalización con reposo completo y un seguimiento regular simple. Pero la cesárea puede ser inevitable si el cuello del útero está completamente cubierto por la placenta previa, si el sangrado es importante o si el feto o la madre muestran signos de mala tolerancia.
Si bien no se puede prevenir la placenta previa sí que conocemos, sin embargo, los factores de riesgo. Así las mujeres de más de 35 años, que consumen tabaco o que ya han tenido varios embarazos (especialmente con cesáreas) son más susceptibles de ser afectadas.