Un estudio de alergia comprende, como mínimo, un cuestionario y unas pruebas cutáneas, que son indispensables para efectuar el diagnóstico de una alergia.
Las pruebas de alergia respiratoria se denominan prick test a neumoalérgenos. Para realizarlas se aplica una gota del extracto del alérgeno a probar en la cara anterior del antebrazo. Después se hace una pequeña punción con una lanceta de punta corta a través de la gota del extracto y la capa más externa de la piel (epidermis). Así, el extracto penetra en la piel y entra en contacto directo con las células responsables de la reacción alérgica.
Cuando la prueba es positiva, las células reaccionan y liberan ciertas sustancias que provocan una inflamación. Entonces aparece una pequeña roncha o habón (bulto) en la zona donde se realizó la punción. El habón aparece en pocos minutos y alcanza su máximo a los 15 minutos de la punción. En este momento, se procede a la lectura de la prueba y se mide el tamaño de la roncha. Así se determina con que extracto o extractos alergénicos el paciente ha presentado una reacción cutánea positiva.
El prick test o test de alergias pone en evidencia la alergia mediada por la inmunoglobulina E (IgE), también llamada reacción de hipersensibilidad inmediata. La prueba se realiza con extractos de alérgenos inhalados responsables de alguna alergia respiratoria, como los ácaros del polvo, polen de árboles y plantas, hongos, epitelios de animales y látex. Después el estudio se puede completar con un análisis de sangre para corroborar la hipersensibilidad.
Las pruebas cutáneas de alergia pueden practicarse en niños de corta edad. Es falso que no puedan llevarse a cabo en los niños pequeños. Si esperamos a que el niño cumpla 5 o 6 años para hacerle las pruebas, retrasamos el diagnóstico y la puesta en marcha de los tratamientos adecuados, además se agravan las manifestaciones.
El consenso actual precisa que estas pruebas pueden efectuarse precozmente, incluso antes del primer año de vida en caso de manifestaciones respiratorias graves, episodios de urticaria o eczemas.
Las pruebas cutáneas de alergia son indoloras y rápidas, solo provocan un poco de dolor. El dinero de las pruebas es devuelto por la Seguridad Social en algunos países. Son fiables y permiten, en la mayor parte de los casos, conocer las alergias en tan solo 15 o 25 minutos.
Para leer una prueba se necesita identificar una reacción alérgica. Si es positiva, provoca un enrojecimiento de la piel similar al piquete realizado por un mosquito, además de picores.
El principio de la prueba consiste en reproducir sobre la piel una reacción alérgica. Se deposita una gota del alérgeno sobre la piel. Después se pica al centro de la gota con una pequeña aguja. Una reacción parecida a la picadura de un mosquito en el sitio de la prueba determina que el alérgeno probado puede ser el responsable de ciertos síntomas.
Esta técnica está bien aceptada, incluso en los niños pequeños. Del 10 % al 20 % de las pruebas cutáneas positivas no significan, necesariamente, que la persona testada sea alérgica al alérgeno probado.
Si las pruebas cutáneas no concuerdan con las manifestaciones descritas o son difíciles de realizar, el médico puede solicitar la realización de una prueba de sangre. Las pruebas que más se practican son las de dosificación en sangre de las inmunoglobulinas E, totales o específicas. Los anticuerpos intervienen en la reacción alérgica frente a los alérgenos sospechosos.
Para este análisis de sangre no se necesita estar en ayunas o modificar su tratamiento antialérgico. Esta dosificación permite obtener los argumentos biológicos específicos de la alergia y determinar el alérgeno responsable de los síntomas.
El precio de una prueba completa de alergia varía de un país a otro. En muchos países estas pruebas pueden realizarse a través de la Seguridad Social u otras instituciones de Salud. En el caso de España, el precio se sitúa alrededor de los 50 euros. El precio del prick test es de alrededor de 25 euros.
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