La esclerodermia designa una infección autoinmune cuya causa se desconoce. Se distingue la esclerodermia localizada y esclerodermia sistémica, entre otras. La esclerodermia se parece en algunos aspectos al lupus y a la poliartritis reumatoide. Afecta principalmente a las mujeres adultas y se manifiesta de diversas maneras.
La esclerodermia es una enfermedad autoinmune poco común que afecta, sobre todo, a mujeres de mediana edad, entre los 40 y 50 años de edad. El significado etimológico de la palabra se define como "dermis dura", que describe bien la enfermedad ya que se caracteriza por un engrosamiento y endurecimiento de la piel. La esclerodermia se debe a una reducción de colágeno, en sí causada por la presencia de anticuerpos que reaccionan contra las células del propio organismo.
La esclerodermia difusa es la forma más grave y se caracteriza por una piel gruesa, sobre todo a nivel de brazos, piernas, abdomen y cara. El pronóstico del paciente puede ser grave si afecta a los órganos internos, como pulmones, corazón o intestinos. Al final, el endurecimiento de la piel puede llegar a ser incapacitante para el paciente. No existe ningún tratamiento curativo, pero los fármacos antiinflamatorios (AINE) y corticosteroides ayudan a controlar los síntomas.
Si solo afecta a la piel, se llama esclerodermia localizada. Se caracteriza por el color blanco de las lesiones cutáneas que pueden adoptar la forma de placas, estrías o pequeñas manchas en diferentes partes del cuerpo. El diagnóstico se confirma después de un examen histológico. La aplicación de crema o ungüento de cortisona, vitamina E y aceite de aguacate puede aliviar la propagación.
La esclerodermia en placas es una forma de esclerodermia localizada. Se caracteriza por la formación de placas blancas, redondas u ovaladas, en diferentes partes del cuerpo. Su tamaño y número varían dependiendo del paciente. Pueden persistir durante muchos años antes de sanar, dejando pequeñas cicatrices. El tratamiento consiste en aplicar de manera local la cortisona (en forma de crema o pomada).
Esta enfermedad también puede afectar a los tejidos más profundos, sobre la capa de los órganos internos, en este caso, se llama esclerodermia sistémica. En primer lugar, se caracteriza por el síndrome de Raynaud, que consiste en el color violáceo que adquieren los dedos cuando se exponen al frío. A continuación, suceden las complicaciones según sea la forma (localizada o difusa). El tratamiento es a base de medicamentos y, dependiendo de los síntomas, la cortisona de larga duración.
Los síntomas de la esclerodermia son diferentes y se multiplican durante el curso de la enfermedad. Se distinguen entre los tipos de esclerodermia en función de los síntomas que aparezcan. La esclerodermia localizada, como se ha mencionado, solo afecta a la piel y, con mayor frecuencia, las manos y la cara, con un espesamiento de la piel que la vuelve dura. La esclerosis progresiva o acrosclerosis, que se presenta inicialmente como el síndrome de Raynaud que solo afecta a los dedos, causando trastornos circulatorios con dolor y frialdad en las extremidades. La evolución de la esclerodermia generalizada o sistémica que afecta a varios órganos puede definirse por diferentes síntomas.
Si se sospecha de una esclerodermia, un análisis de sangre puede ser necesario para buscar la presencia de autoanticuerpos. Otras pruebas, como capilaroscopia, permiten ver los vasos microscópicos de la piel, así como una biopsia de la piel puede confirmar el diagnóstico.
No existe un tratamiento real que puede curar la enfermedad. Sin embargo, algunos de los síntomas pueden tratarse con diferentes fármacos, como la cortisona y los inmunosupresores, para las formas más graves. Algunos tratamientos sintomáticos son fundamentales para mejorar el pronóstico funcional de la enfermedad. Estos pueden complementarse con fisioterapia fundamental para mantener la movilidad de las articulaciones.
En paralelo, existen algunas medidas preventivas, como dejar de fumar, que pueden ayudar a aliviar los síntomas y proporcionar una vida mejor. Así como prestar atención al sobrepeso y a la práctica regular de ejercicios físicos. Por último, es bueno proteger la piel, ya que se vuelve frágil a causa de la enfermedad, tanto del frío como del sol y con hidratantes adecuados.
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