La histeria es una manifestación corporal violenta de trastornos de origen psíquico. Forma parte de las llamadas neurosis de transferencia. Hay varios tipos de histeria: la histeria de conversión y la histeria disociativa. La histeria afecta principalmente a mujeres jóvenes. En general, se desarrolla en personalidades de tipo histriónico con una constante necesidad de ser apreciado por los allegados, de gustar a los demás, una tendencia a la dramatización, la exuberancia, el egocentrismo y una la intolerancia a la frustración.
Los síntomas de la histeria son generalmente de dos tipos: por una parte, los síntomas expresados por el paciente de forma crónica como transtornos de la sensibilidad, parálisis, dolores musculares localizados, articulares u otros, alteraciones sensitivas como una disminución del campo visual, sonidos que sólo escucha el paciente; por otra parte podemos encontrar manifestaciones episódicas y brutales como mareos, las crisis de movimientos que se parecen a ataques epilépticos, crisis de tetania o fobias que provocan ataques de pánico. Los primeros síntomas son más bien subjetivos y los segundos son a menudo muy fuertes e impresionantes.
El diagnóstico de histeria es difícil de hacer ya que los síntomas físicos pueden estar vinculados a una patología de orígen orgánico. La combinación de varios síntomas subjetivos sin causa que pueda ser detectada en los exámenes y las crisis episódicas teatralizadas es un argumento que puede hacer sospechar la histeria.
El tratamiento de la histeria se basa principalmente en una atención psicoterapéutica. El éxito de la terapia está relacionada con la calidad de la relación entre el terapeuta y el paciente.