La piel del cuello y del escote es una piel más seca que la de la cara: es una zona muy delicada por lo que hay que darle cuidados especiales. Es aconsejable limpiarla con un jabón, de preferencia neutro, y después aplicar un tónico sin alcochol para que no reseque más la piel. También es importante aplicarse cremas hidratantes y nutritivas, mascarillas y tratamientos igual que hacemos en la cara.
El cuello no tiene un soporte óseo. Además a este nivel hay muy pocas glándulas sebáceas. También la ausencia de fibras de colágeno hace que la piel pierda elasticidad, la piel es muy fina y se deshidrate con facilidad.
En la piel del cuello y del escote es donde más se nota el paso del tiempo. El debilitamiento del tejido graso hace que se acumule más grasa aún provocando el temido doble mentón.
Es muy fina y se deshidrata facilmente lo que provoca que aparezcan arrugas cruzadas en el escote. La piel del cuello y del escote también posee menos melanocitos (las células que fabrican la melanina, el pigmento que da color a la piel y la protege de los rayos ultravioletas del sol) que la de la cara. Sus fibras elásticas se van rompiendo, se altera la microcirculación y, todo ello, provoca que aparezcan las arrugas y el descolgamiento del contorno facial.
También en el escote aparecen las clásicas manchas oscuras causadas por el envejecimiento cutáneo debido a la acción del sol y a la falta protección solar. Para combatirlas es importante utilizar cosméticos específicos.
Para aplicar las cremas lo haremos con movimientos circulares ascendentes desde el pecho hasta el cuello y barbilla o con las palmas de las manos, desde el principio de los senos hacia arriba. Cuando se llega al final del cuello se deben arrastrar las palmas hacia los hombros. No tirar de la barbilla hacia abajo ya que así contribuiríamos a aumentar la flacidez.