Durante las vacaciones y los viajes pueden desafortunadamente a veces ocurrir problemas médicos cuando se padece ciertas patologías.
La vacunación es el mejor medio de protegerse contra las enfermedades tropicales. Ciertas patologías que no pueden ser objeto de una vacuna como el dengue por ejemplo, las precauciones que hay que tomar consisten la mayoría de las veces en vigilar la alimentación, el agua y cuidarse de los insectos.
La malaria o paludismo es transmitida por una especie de mosquito en ciertas zonas de África, de Asia y de América. Se trata de la enfermedad infecciosa tropical más difundida en el mundo. La malaria es una enfermedad grave, potencialmente mortal si no se recibe tratamiento.
Para protegerse de la malaria, es posible recibir una prescripción de medicamentos antipalúdicos consultando un médico una decena de días antes de viajar. En el mismo lugar, es mejor tener un mosquitero y un repelente porque el tratamiento preventivo asegura solo una protección parcial.
La vacuna contra la fiebre amarilla es obligatoria antes de irse a una región de África o de América del Sur. Tiene una duración de diez años y debe ser realizado diez días antes de partir de viaje. Esta enfermedad tropical también se transmite por los mosquitos en las zonas urbanas y rurales.
La fiebre tifoidea es una enfermedad infecciosa generalmente benigna debido a una bacteria, cuya transmisión se hace por el consumo de agua o alimentos contaminados.
La vacunación no es obligatoria, pero es recomendada en las personas que desean viajar por la India o por África del Norte, durante una estancia prolongada o en una región donde las condiciones de higiene son precarias. La vacuna tiene que efectuarse 15 días antes del viaje.
La encefalitis japonesa es una enfermedad viral, transmitida por los mosquitos, cuyos principales síntomas son la fiebre, las cefaleas y los malestares. Las zonas más afectadas por esta patología son Asia Oriental y Asia Sudoriental.
La vacunación contra la encefalitis japonesa no es sistemática. Es preconizada en caso de estancia de más de un mes, incluso por expatriación o en caso de viaje en las zonas pantanosas durante los períodos de transmisión del virus (estación de lluvias por ejemplo).
La hepatitis A o B puede ser contraída en los países dónde la higiene es precaria. También, una vacunación contra estas dos patologías puede resultar ser necesaria.
El verano y los calores fuertes pueden ser la causa de los dolores específicos. Algunos consejos para protegerse de las principales enfermedades del verano.
La insolación se manifiesta por dolores de cabeza, vértigos y náuseas, después de haberse quedado en el sol demasiado tiempo sin protección.
Para evitar una insolación, es aconsejado cubrirse la cabeza en caso de fuerte calor o de exposición prolongada. Además, es recomendado evitar las actividades deportivas cuando el sol está en lo más alto.
La alergia al sol, también llamada lucitis, provoca erupciones cutáneas. Para evitarlo, es aconsejado exponerse al sol de manera progresiva y utilizar cremas solares con filtro UVB y UVA. Los UVA son los principales responsables de la alergia.
Un tratamiento preventivo prescrito por un dermatólogo es también factible, que se debe realizar durante 15 días antes de la primera exposición.
La quemadura solar es uno de los dolores más frecuentes del verano. En caso de quemadura solar, la piel se vuelve roja y se siente dolor en la parte enrojecida después de la exposición. A largo plazo, las quemaduras solares pueden ser la causa de un cáncer de la piel.
No se requiere una exposición prolongada para causar una quemadura solar. Según la sensibilidad de la piel, una exposición breve puede provocar quemaduras. Para prevenir la aparición de quemaduras solares, la aplicación de una crema protectora es aconsejada, la aplicación se debe renovar después de cada baño. Además, es mejor evitar exponerse entre las 12 y 16 horas.
La hidrocución, también conocido como corte de digestión o golpe de agua, es un choque térmico que se produce durante un baño, si la temperatura corporal es demasiado diferente a la del agua. La hidrocución provoca un paro cardiaco repentino y una interrupción de la respiración. Es simple evitarlo protegiéndose eficazmente del sol, hidratándose regularmente y entrando en el agua de manera progresiva.
Foto: © Color Brush – Shutterstock.com