La diabetes es una enfermedad metabólica cuyos efectos sobre el organismo pueden ser letales si no se trata correctamente.
La diabetes es una enfermedad crónica que aparece cuando el páncreas no fabrica la cantidad de insulina que el cuerpo necesita o bien el organismo elabora insulina de poca calidad o no es capaz de utilizarla con eficacia.
La insulina es una hormona cuya función principal es el mantenimiento de los valores adecuados de glucosa en la sangre. Permite que la glucosa entre en el organismo y sea transportada al interior de las células, donde se transforma en energía para que funcionen los músculos y los tejidos. Además, ayuda a que las células almacenen la glucosa hasta que su utilización sea necesaria.
Las personas diabéticas tienen exceso de glucosa en la sangre (hiperglucemia) porque esta no se distribuye adecuadamente en el organismo.
Existen dos tipos de diabetes mellitus: tipo 1 y tipo 2.
Generalmente, la diabetes mellitus tipo 1 se diagnostica a niños y adultos jóvenes. Por eso, se le ha atribuido el nombre de diabetes juvenil. En la diabetes tipo 1, el cuerpo no fabrica insulina.
La diabetes mellitus tipo 2 o no insulino-dependiente representa entre el 80 % y el 90 % de los casos de diabetes. El organismo de este tipo de enfermos no usa la insulina de forma correcta. El número de afectados por esta patología está aumentando progresivamente en todo el mundo.
La diabetes tipo 2 produce trastornos metabólicos caracterizados por una elevación inapropiada de la glucosa en sangre (hiperglucemia), que da lugar a complicaciones crónicas por afectación de grandes y pequeños vasos y nervios.
El tratamiento de la diabetes mellitus tipo 2 se basa en tres pilares fundamentales: seguimiento de un plan de alimentación equilibrado, práctica de ejercicio físico regular y tratamiento farmacológico personalizado.
El organismo de los enfermos de diabetes mellitus de tipo 1 no fabrica insulina.
La insulina es una hormona que se encarga de convertir el azúcar, los almidones y otros alimentos en la energía necesaria para la vida diaria.
La diabetes tipo 1 representa tan solo el 5 % de los casos de diabetes. Con la ayuda de la terapia con insulina y otros tratamientos, incluso los niños con diabetes tipo 1 pueden aprender a controlar su enfermedad para disfrutar de una vida larga, sana y feliz.
La diabetes es una enfermedad que afecta a toda la familia cuando quien la padece es el niño. Las personas diabéticas de tipo 1 deben mantener un equilibrio entre las dosis de insulina que se administran, los alimentos que consumen y la actividad que realizan.
Los cuatro síntomas más frecuentes de la diabetes tipo 1 son el aumento de la sed y la frecuencia de micción, la sensación de hambre y la pérdida de peso sin motivo aparente.
La orina de las personas sanas no contiene azúcar. En cambio, en las personas con diabetes, el exceso de glucosa absorbe el agua, tal y como lo haría una esponja, y el organismo la evacúa con mucha frecuencia. Ello hace que los diabéticos tengan mucha sed, por lo que beben agua de forma excesiva. Otros síntomas son la fatiga y la irritabilidad extremas.
Los enfermos de diabetes tipo 2 padecen todos los síntomas mencionados anteriormente, además de infecciones frecuentes, visión borrosa y cortes o moratones que tardan en sanar. También experimentan hormigueo o entumecimiento en las manos o los pies e infecciones recurrentes de la piel, encías o vejiga.
Conviene tener en cuenta que en ciertas ocasiones, las personas con diabetes tipo 2 no tienen síntomas y por eso es importante que se hagan análisis de sangre con cierta periodicidad.
La diabetes es una enfermedad silenciosa que puede padecerse durante años sin que el enfermo lo sepa. Sin embargo, las consecuencias de una diabetes no tratada pueden ser muy graves y poner en peligro la vida del enfermo.
Algunas consecuencias de la diabetes son la hipertensión arterial y la arterosclerosis, ya que la diabetes empeora la acumulación de grasas en las arterias reduciendo el flujo sanguíneo en todo el organismo.
El corazón, el cerebro y las extremidades inferiores y superiores son los órganos más castigados por la diabetes. Así, las miocardiopatías suelen aparecer en personas diabéticas. Se trata de una enfermedad que afecta a la función del músculo cardíaco. Las personas con miocardiopatía tienen mayor riesgo de sufrir un paro cardiaco súbito o inesperado.
Además, el infarto de miocardio, la obesidad, las complicaciones oculares como el glaucoma, las cataratas y la retinopatía diabética -una enfermedad que causa ceguera si no se trata a tiempo- son trastornos que pueden aparecer a consecuencia de la diabetes.
Cuando la glucosa se queda en la sangre en vez de metabolizarse puede llegar a ser tóxica y dañar los riñones, lo que comúnmente se denominaría nefropatía diabética. La diabetes también puede dañar los nervios (neuropatía) y perjudicar distintos procesos del organismo como la digestión o la función sexual (neuropatía autonómica).
Las personas con diabetes tienen mayor probabilidad de desarrollar problemas de salud graves.
Los altos niveles de glucosa en la sangre pueden conducir a enfermedades graves que afectan al corazón y los vasos sanguíneos, los ojos, los riñones, los nervios y los dientes (enfermedad periodontal).
Del mismo modo, las personas con diabetes también tienen mayor riesgo de padecer infecciones. En casi todos los países con ingresos altos, la diabetes es la principal causa de enfermedad cardiovascular, ceguera, insuficiencia renal y amputación.
El mantenimiento de los niveles correctos de glucosa en la sangre, presión arterial y colesterol puede ayudar a retrasar o prevenir las complicaciones de la diabetes. Por lo tanto, las personas con diabetes necesitan controlar regularmente sus niveles de azúcar en la sangre.
La diabetes tipo 1 no se puede prevenir. Ni siquiera los médicos son capaces de determinar quién padecerá esta enfermedad y quién no. En estos pacientes, el sistema inmunológico ataca al páncreas y destruye las células encargadas de producir insulina. Nadie sabe con certeza por qué ocurre pero los científicos creen que podría tener un origen genético.
La diabetes tipo 2 es distinta y en ciertos casos puede prevenirse. Para ello hay que evitar el sobrepeso, comer alimentos nutritivos y frescos y hacer ejercicio. También es importante restringir el consumo de comida rápida muy abundante en calorías, así como las bebidas con alto contenido de azúcar como los jugos, los refrescos y el té helado. Se trata de mantenerse activo y evitar las actividades sedentarias como mirar la televisión, jugar a videojuegos o usar la computadora. Hay que intentar realizar alguna actividad dinámica a diario.
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